lunes, 30 de noviembre de 2009

- Ciudades Muertas y Apamea (Siria)

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Al norte de Siria, en una extensa zona entre la frontera Turca y la ciudad de Hama, en las proximidades de Aleppo segunda ciudad siria, entre el desierto y el fértil valle del río Orontes, se asentaron durante los siglos IV y VII una importante comunidad Bizantina creando innumerables poblaciones diseminadas por los terrenos calizos del Belus Massif, en los que desarrollaron su economía diaria.

De estos asentamientos nos han llegado a la actualidad mas de 800 aldeas, salpicando toda la geografía de la zona, la mayoría de ellas aisladas en los paramos, abandonadas por sus moradores en las postrimerías del siglo IX.

Bien conservadas, en muchos casos por la singularidad de sus construcción y la calidad de sus materiales, son el escenario de un museo no programado y casi viviente de una realidad diaria ocurrida hace mas de 1.500 años. Sorprende su paisaje, el contraste cromatico de los colores grises y rojos de sus piedras, sus iglesias, sus calles vacías, los adornos de sus dinteles, los símbolos religiosos por doquier..............sorprende su cuidado abandono.

¿Cómo y porque estos lugares dejaron de ser habitados de forma espontánea en una época determinada?.......es una incógnita y un misterio que los arqueólogos y antropólogos de hoy en día todavía no han sabido resolver, misterio que aumenta el interés por su visita.

A su alrededor podemos encontrar actualmente localidades de población musulmana, en algunos de los casos con casas bizantinas integradas dentro de la misma aldea, pero estas son excepciones; no parece que haya habido una integración de ambas culturas, tampoco han sido profanados los símbolos religiosos de carácter cristiano, ni se han esquilmado sus restos para las nuevas construcciones, como ha ocurrido a lo largo de la historia en la mayoría de lugares semejantes, de los que en nuestra geografía ibérica tenemos ejemplos como para llenar una enciclopedia.

Pasear sus soledades es trasladarnos a otra época, casi podemos oír las voces de sus originarios moradores, la imaginación nos transporta al pasado, nuestras miradas investigan todos sus espacios y recovecos, nuestros pies saltan de piedra en piedra buscando misterios imposibles de descifrar.

Dedicamos un par de días a visitar estos lugares, días grises y lluviosos, de cielos encapotados, pero también regalados por momentos de luz, donde los relieves de sus dinteles cincelados con su imaginería, quedaban grabados no solo en nuestras fotos, si no también en nuestras mentes.

Camino de Qala’at Sama’an (fortaleza de San Simeón) comenzamos a introducirnos en estos parajes, pero fue en la Basílica de San Simeón donde encontramos el misticismo de estas construcciones por primera vez .

Curiosa es la historia de este santo asceta, que junto con Ignacio y Juan Damasceno se asentaron por esta tierras, dedicando su vida de eremitas al misticismo de sus creencias. Simeón fue un curioso pastor que en el siglo V, tras una visión divina ingreso en un convento, pero al resultarle monótona la vida monacal se retiro a los montes en donde decidió vivir en lo alto de una columna de tres metros, la cual a lo largo de 36 años fue haciéndola crecer hasta conseguir que tuviera una altura de quince metros, donde encadenado al cuello paso el resto de su vida sermoneando a los peregrinos que por su fama acudían al lugar, de hay le viene a este singular personaje el apodo de “el estilita” (del griego stylos = columna). Al fallecer, en ese el mismo lugar se levantó una basílica que en su tiempo fue la de mayores dimensiones del mundo cristiano, la que en lo alto de una colina con impresionantes vistas de sus alrededores visitamos.

Sobre la historia de este extravagante o loco santo, Luis Buñuel en 1965 rodó "Simón del desierto", en ella el cineasta con su peculiar acidez critica nos traslada su vision peculiar de la vida de este insolito personaje .

No muy lejos de allí aislada en una colina, podemos visitar la basílica de Mushabbak del siglo V, en sus inmediaciones una familia de beduinos allí asentada con sus ovejas, nos acompaña en nuestro recorrido.

Qalb Lozeh es otra de esas hermosas basílicas que podremos admirar, situada en medio de una población, data su construcción del año 460, situada cerca de la frontera turca y apartada de las rutas turisticas, merece la pena acercarse, pues se trata de uno de los monumentos eclesiásticos mas celebres de Siria, al ser la más antigua construccion de este tipo de todas las que se pueden contemplar.

Al sur de Aleppo esá la mayor concentración de estas “Ciudades Muertas”, en el espacio de un pañuelo podremos visitar un montón de ellas, pero es sin duda Sergilla la que mas nos dará una idea de la forma de vida de sus antiguos habitantes. Es la mas sugerente y mejor conservada de todas, calles intactas, basílicas, hospederías, palacios, almazara, baños, lagar, necrópolis, termas, ...........etc.; nos dan una idea de la prosperidad que tuvo esta zona en los tiempos de su construcción entre los siglos IV y VI. Pasearla con tranquilidad es asomarnos al pasado, aquí es donde nos da la sensación de que sus habitantes se hubieran ido de un día para otro, y de ahí parte el misterio de su abandono, toda vez que estas poblaciones nunca fueron atacadas ni saqueadas.

Visitamos tambien Al-Bara, la mas grande de todas y que habremos de descubrirla entre los olivos, aquí podremos encontrar unos curiosos y originales sarcófagos de forma piramidal. En Jerada son unos chicos los que nos van mostrando los restos, que en algunos casos están integrados en la nueva población.

Pero sin duda es Ruweiha la que nos causó una mejor sensación. Sería la hora de la tarde, sería que está todavía habitada en parte por familias beduinas que han acondicionado algunas de sus casas como moradas, sería la envoltura del paisaje, ....o sería el misterio de sus restos, lo que nos creó un estado especial en nuestro animo. En ella pudimos relacionarnos con pastores y descubrir las sonrisas y las candorosas miradas de algunas de las jóvenes muchachas que a nuestro alrededor compartían esos momentos del atardecer.................aquí el sol nos regaló una despedida especial.

A la mañana una torrencial lluvia nos guió hasta refugiarnos en la población de Ma'arrat al-Numan. En un caravansar del siglo XVI, el mas grande de toda Sira, pudimos admirar una selección de mosaicos extraídos de las aldeas bizantinas, los mejores que nuestra vista ha podido admirar en todo el recorrido; escenas de caza, figuras geométricas, animales, hasta figuras humanas llenas de todo detalle y un gran cromatismo. Pero una vez mas la historia es la protagonista de esta urbe poco visitada por las masas multicolores del turismo foráneo, Maarat que es como se la conoce vulgarmente, ha pasado a los anales históricos por el hecho acaecido el 12 de diciembre de 1098 cuando las topas Cruzadas al mando de “Raimundo de Tolosa” toman con engaños la ciudad pasando a cuchillo a toda la población, hirviendo en pucheros a sus habitantes, empalando a niños en espetones y devorándolos después asados.

Estos hechos no solo están documentados por cronistas musulmanes de la época, como contarán Ibn-al-Atir o Usama Ibn Munqidh, también están relatados por cristinos participantes en la toma de la ciudad como Alberto de Aquisgrán o el cronista franco Raúl de Caen.

Amin Maalouf, en su libro “Las cruzadas vistas por los árabes” (obra que aconsejo ojear para tener una vision mas plural de la historia, de los integrismos religiosos y de lo que el ser humano puede hacer en nombre de los Dioses) recoge estos hechos y el sentimiento que ha llegado hasta nuestros días de ellos en esa población.

Estos acontecimientos llegaron un año después a conocimiento del Papa Urbano II (promotor de esta “Cruzada”) , justificándose los mismos por "la terrible hambre que asaltó al ejercito en Maarat y lo puso en la cruel necesidad de comer cadáveres de los sarracenos”. Desconociendo por mi parte hasta la fecha si este episodio conllevó la excomunión de los instigadores de esta matanza o si alguna conferencia episcopal de entonces négara la comunión a alguno de sus ejecutores.............. y aquí llamamos integristas a los de allí, .......................pero esto es la historia y así la tengo que contar.

Punto y aparte merece Apamea, muerta como ciudad hace ya casi novecientos años, no pertenece al conjunto de las Ciudades Muertas bizantinas pero situada muy próxima a ellas. Fue fundada hacia el año 300 a.C. por el rey selyúcida Seluco I, a la que nominó con el nombre de su esposa. Los restos que aqui contemplamos son de época romana, pues en el año 64 a.C. fue conquistada por "el imperio", quien verdaderamente la doto del esplendor y la grandeza que hoy en día desprenden sus restos.

Asentada en una verde campiña sobre una colina en las cercanías del río Orontes, Apamea se convirtió en un importante centro mercantil que unía el puerto de Latakia con el oasis de Palmyra. Con la caída de Bizancio, fue poco a poco cayendo en declive hasta que terminaron con ella los seísmos de 1157 y 1170, dejándonos hasta ahora los restos de su decadencia, sobre los que nos imaginamos lo que puedo ser esta urbe en su pleno esplendor.

La ciudad de las “mil columnas” rivaliza con Palmyra en su grandiosidad y belleza, una calle columnada de casi dos kilómetros nos da la bienvenida, recorrerla en soledad sobrecoge, una hilera casi interminable de columnas nos vigilan a ambos lados, la calzada desgastada por el paso de los carruajes, los frisos esculpidos con hojas de acanto, hasta un comentario sobre la regulación de la prostitución nos comentan que hay en uno de ellos. No tiene a su alrededor la grandiosidad de los templos o los restos de construcciones que Palmyra, pero en verdad que su Cardo Maximus impresiona con sus columnas de granito labradas en espiral, uno de las más grandes y bellos de la antigüedad clásica. El gris es aquí el color predominante, por el color de la piedra de su construcción y por el cielo plomizo que nos cubre casi todo el día, pero algún rayo de ese sol de tarde lucha por salir y consigue encender esa luz especial que ilumina con claridad lo que nuestras pupilas están deseosas de percibir.

............................seguiré otro día con mas batallitas, de momento espero que estas os hayan interesado.

martes, 24 de noviembre de 2009

- 14.000

Con un poco de retraso ya os traigo el regalo que os debo, no me había olvidado de vuestra perseverancia y fidelidad, son mas de 15.000 las entradas que a mi blog habéis hecho y es merecido este nuevo obsequio. Tengo ya que ir preparando la próxima canción pues cada día sois más los que os acercáis a mis letras.

Esta vez es música de aquí, próximo en la distancia, pero ya algo lejana en el tiempo. Una canción de Lole y Manuel la pareja que en 1972 rompió con los esquemas del “cante” dando un toque de hippysmo al flamenco, iniciando de lo que ahora se denomina “fusión”.

En 1975 publicaron su primer disco “Nuevo día” de él os traigo la canción del mismo nombre que hoy os traslado.

Manuel de Molina y Dolores Montoya hijos los dos de familias de tradición flamenca, él nacido en Ceuta e hijo de “El Encajero” y ella Sevillana, de Triana de la familia de “Los Montoyas”. La madre de Dolores apodada La Negra, así como su abuela, nacieron en Casablanca y conocedores la pareja de la cultura de nuestro vecino país, incluyeron en algunos de sus trabajos canciones en árabe con una gran influencia en nuestro eterno Flamenco.

Participaron en la película de Carlos Saura “Flamenco y con Quentin Tarantino en su film “Kill Bill”

Separados en 1993, hoy siguen activos de forma individual, participando en conciertos de jazz, flamenco y música andalusí.

La canción que os pongo nos transporta la frescura de su cante y la transparencia de su verso.



Espero que os guste y os llene el día.

jueves, 19 de noviembre de 2009

- Palmyra (Siria), la ciudad de la reina Zenobia

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Después de volver por tierras de oriente, me encuentro de nuevo por aquí, en el mundo virtual, intentando con peor que mejor acierto convertir en letras las cosas que en mis ojos y oídos han dejado una impronta especial sobre algunos de los lugares visitados, ya sea por sus interesantes historias o por la excepcionalidad de las imágenes dejadas en mi retina, este es el caso de Palmyra, en ella conjugan ambas cosas.

El declinar de Petra por el agotamiento de sus reservas de agua, motivó que el imperio nabateo se fuera trasladando a tierras ubicadas mas al norte, determinando que Palmyra se convirtiera en la cuidad refugio de las rutas y periplos de las caravanas. Ubicada en medio del desierto sirio, en el mayor de los oasis existentes al sur del mítico río Eufrates, lugar idóneo para el intercambio de mercancías. Allí las caravanas que partían de la India, China y Persia cargadas con sedas, especies e incienso debían parar allí obligadamente si no querían morir sedientas; los comerciantes que traían desde Egipto y Fenicia lanas, vinos o pescados, también estaban forzados a pasar por ella para reponer, abastecerse e intercambiar productos en la ciudad. La creación de impuestos por el aprovisionamiento de agua, el paso por la ciudad y la utilización de sus servicios, la conviertieron en la ciudad más prospera en su tiempo de todo el oriente medio.

Una gran estela monolítica del año 137 d.C. "la Tarifa" nos da idea de los costes de sus recursos, contiene inscripciones que detallan las tasas a aplicar a las caravanas. Marca en denarios las comisiones a cobrar por cada compra o venta de esclavos, púrpura, sal, perfumes y otras mercancías, así como el precio del agua que era la partida más importante, debido al gran número de camellos o dromedarios con los que las caravanas contaban, superando estos el millar en muchas de las ocasiones; esta estela regula incluso hasta el oficio de la prostitución.

En el año 64 a.C. el imperio romano se extiende por el próximo oriente y Siria es convertida en Provincia Romana, Tadmor (ciudad de los dátiles) es latinizado su nombre con el de Palmyra (lugar de las palmeras). Durante algo mas de 300 años sus reyes son súbditos del “Imperio”, desarrollando el comercio y la prosperidad de la ciudad, pero una vez mas una mujer se convierte en protagonista de la historia, corre el año 267 de nuestra era, Odenato rey por entonces de Palmyra es asesinado presuntamente por su esposa Zenobia y esta accede al trono.

Así misma se nombraba descendiente de Cleopatra. Hermosa, hábil, cortesana, culta, inteligente y ambiciosa, se revela contra el imperio de Roma y derrota a su ejercito hasta crear su propio imperio que ocupó todo el Asia Menor, llegando sus dominios hasta Egipto.

Con una fuerte personalidad que era su mayor atractivo, arrogante, valiente, guerrera, conquistadora y gobernante; rasgos insólitos para una mujer de aquel tiempo, pero también tolerante con la pluralidad de las creencias religiosas. Sabia hablar todas las lenguas que entonces existían en Oriente y se rodeo de los personajes mas eruditos de su entorno, como el filosofo ateniense Dionisio Longino al que nombró consejero personal y Pablo de Samosata, teólogo y obispo de Antioquia, defensor del acercamiento de posiciones entre cristianismo y paganismo, contando entre los discípulos de este a Arrio fundador del arrianismo, doctrina cristiana muy arraigada en nuestro país en tiempos de los reinos Godos.

Poco duro a nuestra admirada e insurgente reina la independencia y el resurgir de su reino, en el 272 el “imperio” representado por Aureliano concentro un poderoso ejercito derrotando a Zenobia, fue hecha presa y trasladada a Roma, donde fue exhibida públicamente en un desfile triunfal para en emperador Aureliano, encadenada con argollas de oro, aunque este impresionado por sus cualidades, incluida su enorme belleza, la liberó dejándole pasar el resto de su vida en una villa de la actual Tívoli.

Durante el siglo VII, Palmyra fue tomada por los árabes, un terremoto la convirtió en escombros completamente en el siglo XI, permaneciendo guarda y protegida bajo las arenas del desierto, hasta que a principios del siglo XX comenzó a ser redescubierta y excavada.

Podría también comentar algo sobre otra mujer y su relación con Palmyra, pero creo que ya el articulo es lo suficientemente extenso y no quiero hacerlo mas pesado, se trata de
Marga d'Andurain (1893-1948), una vaso-francesa que anduvo por alli a principios del pasado siglo.....................curiosa la susodicha, pero el que esté interesado en su intensa y misteriosa vida, que investigue.

De las ruinas que salpican Siria, Palmyra es la más asombrosa, uno de los enclaves arqueológicos más bellos del mundo, el mejor de los conjuntos monumentales de toda la zona, sus ruinas son espectaculares y su grado de conservación muy aceptable. Es la joya de Siria, la capital del desierto, una de las más bellas y extensas ruinas de una en otra época ciudad caravanera, un oasis de palmeras y columnas de color de oro en plena soledad del desierto y el romanticismo de un paraje de aquella que osó enfrentarse a todo el Imperio Romano.

Su estratégica ubicación en el camino de Damasco a Mesopotamia y la presencia de un abundante manantial de agua pronto jugó un papel fundamental en la región.
De esta manera, Palmira creció hasta convertirse en un gran centro comercial y cultural, poblado por arameos y árabes de origen nabateo, aquellos mismos que levantaron Petra.

Declarada patrimonio de la humanidad, está situada a 220 Km. de Damasco mas o menos tres horas de viaje, por paisajes desérticos hasta donde nuestra vista alcanza.

Recorrerla es una maravilla y aunque el turismo se deja ver, aun no está colmatada como otros lugares de esa marabunta parlante y multicolor que forman los grupos organizados. El Templo nabateo de Bel, (derivación de “Baal”, amo, dios supremo) impresionante y majestuoso nos invita a comenzar por él la visita, enfrente comienza la ciudad y nos da la bienvenida su arqueada Puerta Triunfal, única en su forma de construcción pues comprende dos puertas de tres vanos cada uno, creando un arco entre ellas de 30º. Aquí empieza la calle columnada, el Cardo Maximus, lo que hoy en nuestros pueblos o ciudades denominamos Calle Mayor o Calle Real, 1.200 m. de travesía en la que nuestro paseo esta acompañado por columnas a diestra y zurda, templos en sus alrededores. El magnifico Teatro lo encontramos al poco de caminar, la fila de columnas y capiteles solo esta interrumpida en su mitad por un enorme Tetrapylon que nos marca el cruce de dos avenidas, nuestra vista no sabe donde mirar, todo a nuestro alrededor es grandioso y desolado, capiteles y columnas caídas a cada paso, frisos por doquier y la calle continua bajo la mirada complaciente de la fortaleza de Qala´at Ibn Maan que situada en un altozano del horizonte completa la imagen mítica de esta singular reliquia que el tiempo nos ha dejado como regalo.
Al fondo del valle divisamos las necrópolis, también son especiales aquí los enterramientos de las personas pudientes que se hicieron acaudaladas con el transito y negocio de las caravanas, no faltando su culto a la muerte, haciendo verdaderos mausoleos que en el horizonte vislumbramos, en forma de torres, con su interior opulentamente ornamentado con piedras talladas de distintos motivos.

Al atardecer una sensación de sosiego impregna el interior de los que paseamos por entre sus restos, el sol atenuado en estas tierras por el polvo del desierto se despide tras las columnas, el color rojo de las ultimas horas de la tarde comienzan a dar paso a unos tenues grises color pastel, el espectáculo de colores ha sido perfecto, pero aun nos queda la noche.

El ultimo regalo con el que nos sorprende Palmyra es la noche, después de una cena a base de “mansaf”, plato a base de cordero, arroz y yogurt seco, decorado con cacahuetes y piñones, nos acercamos nuevamente a las ruinas cuyo primer tramo esta iluminado artificialmente, pasear en esa soledad bajo los restos de lo que fue una ciudad de 200.000 habitantes sobrecoge, una familia de beduinos cena próxima al la entrada, un autobús multicolor les sirve de hogar, la luna es nuestra aliada y compañera, la noche envuelve todo nuestro rededor, unos operarios del Teatro que están desmontado un concierno de musica clasica, dado el día anterior (que pena no haber llegado un dia antes) nos invitan a acompáñales a tomar un te, pero lastima, declinamos su invitación; el paseo es tranquilo, alegre y susurrante, las sombras rodean todo nuestro espacio visual, al fondo todo son columnas negras, la luna nos sonríe por encima de la fortaleza...............solo nosotros rompemos la paz de Palmyra.

Por ultimo solo recomendar unas cosillas a los que queráis sumergiros en apreciar por vosotros mismos el encanto de esta ciudad, no busquéis otro hotel que no sea el Hotel Zenobia Cham Palace, esta situado en el interior de las ruinas, desde él casi se pueden tocar con las manos y es el mejor con mucho de los hoteles que hemos encontrado en Siria.
Otra recomendación, no se os ocurra ir a cenar al ”Venus Restaurant”, comida cara para los precios de el país y no estaba también preparada como debía, eso si, había cerveza y estaba exquisitamente fría para poderla tomar.

........................animaros a ir antes que lleguen los de los colorines.