miércoles, 1 de diciembre de 2010

- Canaima y Salto Angel (Venezuela)

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Madrugamos en Ciudad Bolívar para coger las primeras avionetas que nos iban a transportar hasta Canaima. Una efusiva turbación recorría mi cuerpo, era la primera vez que montaba en este tipo de aeroplano, una diminuta avioneta "cessna" de seis plazas, que mas o menos es como una Vespa con alas; también porque me estaba introduciendo en el territorio de los “tepuis”, esas montañas planas y mágicas que surcan el sur venezolano.

Desde la ventanilla diviso un panorama desconocido hasta entonces para mi, cruzamos por encima del enorme embalse de Guri que conforma el río Coroni; terrenos deshumanizados, vírgenes, solo quebrados por la mano del hombre en diseminados poblados mineros en busca del áureo mineral. Progresivamente percibo como ese paisaje empieza a ser invadido por la selva, esa vegetación que lo inunda todo no dejándome ver nada mas que las copas de los árboles, salvo en minúsculos claros que puedo adivinar algunas cabañas de los indígenas que las habitan. Es como ver un mapa hecho realidad, el verde es prácticamente el único color al que se ven obligados a acostumbrarse mis ojos durante la hora que dura el vuelo. Poco a poco comienzan aparecer las primeras mesetas de los tepuis, por encima de las cuales planeamos, grandes ríos circulan a nuestros pies y casi sin enterarnos llegamos a la Laguna de Canaima, que nos sorprende con el extraordinario espectáculo de sus siete cascadas vistas al completo desde la altura, algo excepcional.

A Canaima se llega normalmente por avión desde Ciudad Bolívar, pero hay una ruta por tierra que también nos puede llevar hasta allí. Este itinerario no muy complicado hasta la población de La Paragua, donde se cruza el río en una chalana, se convierte desde aquí en mas complejo; debiendo realizarlo en vehículo de tracción a 4 ruedas y con altura suficiente para recorrer una pista minera en muy mal estado hasta San Salvador de Paúl, y desde esta aldea proseguir hasta Caño Negro, donde se cruza el río Caroni, continuando a pie durante unas tres horas hasta llegar a Canaima.

Suelen comentar los guías a nuestra llegada el significado del nombre de “Kanaima”, que en traducción del lenguaje de la etnia pemón, significa “asesino”. Espíritu maligno de los indios Arekuna, quien, según una antigua leyenda local, era el señor de la muerte, por ello a esta región se la conoce como “tierra de los asesinos”.

Cuentan que los kanaimó son gentes corrientes que habitan el la selva pero que usan una planta llamada kumi para hacerse poderosos. Al untarla sobre su cuerpo el kanaimó esta forzado a matar a alguien, pues sino los poderes de la planta se invierten y lo asesinan a él. Dentro de las potestades de esta planta está la posibilidad de que el kanaimó resucite a su victima por siete días, pero posteriormente sufrirá una enorme agonía antes de fallecer, quedando su cuerpo destrozado. Un kanaimó no mata directamente, tiene el don de dejar pasar su alma a otro humano, animal o insecto, con el fin de destruir a su víctima sin ser advertido. Su alma penetra entonces en el cuerpo de su torturado y causa los dolores, que producen al cabo de algunos días una muerte segura. Es un enemigo secreto contra el cual no hay protección posible, por lo tanto uno de los peores encantamientos a los que están sometidos los indios pemones.

El poder de los kanaimó es solo contra sus paisanos, pues se dice que las influencias de la planta no actúan contra otras personas. Los kanaimó son asesinos nocturnos, que además tienen el poder de trasladarse de un lugar a otro en cuestión de minutos. Los lugareños aseguran, ante la duda de los foráneos, que los Kanaimó existen en la realidad.

Si embargo la laguna y sus alrededores es todo lo contrario de lo que nos quieren transmitir sus leyendas, una zona tranquila en medio de un paisaje paradisíaco; es como estar en una playa caribeña, pero en medio de la selva y rodeado de las enormes montañas de los tepuis. Un remanso de naturaleza pura que nos envuelve por doquier, donde el agua con sus cascadas y la vegetación nos circundan, haciéndonos pensar en como debería ser en sus orígenes este maltratado planeta que habitamos.

Un recorrido por la laguna, navegando en curiara y pasando por delante de los saltos, nos llevara hasta la isla Anatoly, donde recorremos un sendero que nos acerca hasta el Salto Sapo y posteriormente a Salto Hacha, ambos los recorremos por detrás de la enorme cortina que forma en su desplome el agua, al salvar el desnivel del río Carrao. En verdad es espectacular traspasar estas impresionantes cataratas por su espalda, sumergiéndonos entre la niebla que crea la fuerza del agua al caer, y divisar desde el lado opuesto una nueva imagen incomparable y sobrecogedora de estas maravillas naturales.

Si este entorno no fuera ya de por si un aliciente de primer orden para visitar estos lugares, tenemos el añadido de poder observar el Salto Angel, la mayor cascada que existe en nuestro planeta. Para ello recorreremos en balsa (curiara) los barrancos de los ríos Carrao y Churum durante los 70 km., que separan la cascada del embarcadero de Ucaima en la Laguna de Canaima, desde él divisamos al poco de partir varios tepuis, entre ellos el Kurúntepuy (tepuy del zamuro del buitre) y Kusaritepuy (tepuy del venado). Son cuatro horas de recorrido por paisajes que nos asombran y fascinan a cada quiebro del río, todo lo que divisamos en las orillas es selva cerrada, solo habitada por aisladas chozas “churuatas” de familias de indígenas que nos saludan al pasar. Si tenemos la fortuna de detenernos en alguno de estos lugares, podremos degustar sus comidas a base de casabe de yuca (tortas de pan casero), pescado hervido y salsa picante elaborada con las originarias hormigas culonas.

El nativo pemón que conduce nuestra embarcación es enormemente hábil, conoce cada piedra del río y no tenemos que descender para salvar los rápidos de la sabana de Mayupa. El agua nos salpica sucesivas veces y empapa parte de nuestras ropas, pero no nos importa, somos recompensados por todo lo que nos rodea y que nuestra vista alcanza a divisar. El río, sus aguas se convierten por momentos en espejos que reflejan los primeros contrafuertes del Auyantepuy el mas extenso de los 115 tepuis que conforman esta zona del sur venezolano.

Cruzamos los rápidos de Arautaima y nos introducimos del todo en un espectáculo de paredes semejando castillos; verticalidad y verdor es la uniformidad, solo algunas cascadas y el río rompen ese equilibrio. Proseguimos navegando corriente arriba hasta encontrarnos con el Pozo de La Felicidad, una hermosa y pequeña cascada de aguas transparentes con una poza natural en su base, donde paramos y nos refrescamos en sus frescas aguas, disfrutando de la calma y belleza del entorno que nos envuelve. Más tarde pasamos por la Isla Orquídea, en donde el cauce se serena y podemos contemplar como el agua de la corriente es tinta, roja del tanino que producen las plantas en su descomposición, un nuevo color para guardar en nuestras mentes. Nos desviamos prosiguiendo por el Río Churum, más estrecho y con muchos más rápidos, ascendiendo el Cañón del Diablo, envueltos por el Auyantepuy desde ambos lados, quien nos da la bienvenida con docenas de cascadas y caídas de agua que se volatizan en su descenso por la altura desde donde se desploman. Aquí el barquero demuestra al completo su pericia; pasamos por estrechos recovecos entre grandes rocas, nos mojamos de nuevo y de nuevo disfrutamos al hacerlo. El entorno es sobrecogedor, este tramo del recorrido es indefinible por su belleza, pues el río serpentea entre los tepuis, nuestra vista se sorprende a cada nueva formación rocosa, unas piedras que resaltan, una hendidura, la vegetación que nos arropa, los colores según donde se sitúe el sol, las nieblas, las nubes que lo cubren en su soberbia grandeza........................ y en un culebreo del río aparece ante nuestros ojos la impresionante cascada del Kerepakupai Merú en lengua pemón (caída de agua hasta el sitio más profundo), mal llamado Churún Merú o Salto Angel.

Llegamos a Isla Ratón, donde esta situado el campamento en el que pasaremos la noche durmiendo en hamacas. Comenzamos a ascender la tupida y húmeda selva por un camino pedregoso, entre raíces, rodeados de bromelias y minúsculas orquídeas que nuestro acompañante argentino Pablo, biólogo de profesión, nos va ilustrando. Andamos bajo colosales árboles durante aproximadamente una hora, hasta llegar a un promontorio rocoso donde esta situado el Mirador Laime, justo frente al Salto Angel, lugar estratégico en medio de la vegetación para que nos detengamos a admirar el grandioso espectáculo, la visión es impresionante, si es que este adjetivo es suficiente para calificarla. Hasta nosotros atraído por la brisa, llega ese chirimiri que produce el salto en su desplome, refrescándonos del calor producido en la subida. Estamos prácticamente solos en el lugar, algo insólito al parecer, pues suele estar bastante frecuentado de foráneos multicolores de esos que nos gusta recorrer el mundo. Solo queremos escuchar el alboroto del salto y la sutileza del viento, por eso hablamos poco y los comentarios son los justos, dándole tiempo a nuestros ojos para asimilar ese caudal descendiendo los 979,66 metros que tiene (807,11 mts. de caída libre), desmoronándose en su caída convertido en una nube al final del trayecto. La altura de la catarata se determinó por una investigación de la National Geographic Society llevada a cabo por el periodista Ruth Robertson en 1949, siendo 15 veces mas alta que las Cataratas de Niagara. Justo enfrente, muy próxima a ella podremos admirar el dorado color, de “La Catira”, una caída en tres escalones de agua que forma la cascada “no permanente” más grande del mundo.

Desde aquí descendemos por sinuoso sendero hasta la poza que se forma un poco mas abajo de la cascada, dicen que bañarse en ella te llena de energía, y aunque algunos lo hicieron, el tiempo y la temperatura del agua no eran los mejores aliados para sumergirnos en sus cristalinas, oxigenadas y mágicas aguas, así que ya avanzado el atardecer, retornamos el camino de vuelta al campamento, donde nos esperaban unos pollos en vara, asados a la brasa, con ensalada y arroz; después una noche “toledana” en la hamaca, acompañado de los sonidos de la selva a nuestro rededor y el bufar de la cascada en la lejanía.

El gran saldo de agua es idolatrado por los indios como morada de su dios, pues desciende del paraíso. Se la conoce con el nombre de su “descubridor”, el piloto, buscavidas, expoliador de oro y gringo, Jimmy Angel. Aviador que vio el salto por primera vez en 1933 mientras buscaba una legendaria cantidad de oro, aunque se tiene conocimiento de su existencia desde antes de esa fecha. Algunos cronistas atribuyen su hallazgo a Ernesto Sánchez la Cruz, explorador que en 1910 comunicó al Ministerio de Minas e Hidrocarburos en Caracas la existencia del mismo; otros, se lo imputan al capitán de la Armada venezolana de origen español Félix Cardona Puig, quien, en 1927, junto a Mundó Freixas, explorador también de origen español, divisó el gran salto de agua en el macizo del Auyantepuy. Aunque tambien pudiera ser la cascada, que desde la lejania de la meseta Wacarima vislumbró Sir Walter Raleigh en 1596.

“La vimos en la distancia y parecía la blanca torre de una descomunal iglesia: desde arriba se desprendía un poderoso río que no tocaba ningún lado de la montaña, sino que corría por su cumbre y caía a tierra con un sobrecogedor ruido y clamor, como si mil inmensas campanas golpearan unas con otras. Pienso que no hay en el mundo una caída tan extraordinaria y maravillosa de contemplar”.

Los artículos y mapas de Cardona cautivaron la curiosidad y el interés del aviador estadounidense, quien se puso en contacto con Cardona para hacer varias visitas a la zona en 1937, año en el que regresó de nuevo con su esposa y otras dos personas. En mayo de 1937, Cardona acompañó a Jimmy Angel a sobrevolar el salto y en septiembre Jimmy Angel, pensando en hallar el mítico oro, aterriza en la cima del Auyantepuy, propósito que logra escabrosamente, empotrando la avioneta sobre el fango existente en la cima del Tepuy, no pudiendo despegar y teniendo que regresar descendiendo a pie. Toda una proeza en aquella época, Jimmy Ángel y sus tres acompañantes lograron descender del Tepuy tras once días de recorrido por barrancos y selvas. Treinta y tres años estuvo el avión en la cima, hasta que fue sacado con un helicóptero; actualmente esta instalado en los jardines del Aeropuerto de Ciudad Bolívar, existiendo una replica del mismo en la parte alta de la montaña.

La noticia de tal hazaña en la prensa venezolana y sobre todo en el país de origen del aviador, Estados Unidos, motivaron que el gran salto fuese bautizado como “Salto Angel”, señalándole así desde entonces.

El primer forastero en llegar al río alimentado por las cataratas, fue el explorador letón Aleksandrs Laime, conocido por los nativos pemones como Alejandro Laime. En 1955 hizo la ascensión del Auyantepuy, dándole al torrente el nombre Aguja, tomao de uno de los más hermosos ríos de Letonia, si bien el nombre indígena, Kerep, ya rara vez se utiliza, sigue siendo ampliamente utilizado por la comunidad pemon. Laime también fue el primer occidental en recorrer un sendero que conduce desde el río Churún a la base de las cataratas, el mismo que en la actualidad se utiliza para ascender a ellas y por el que nosotros subimos.

El Auyantepuy “La Montaña del Infierno”, ubicado en las tierras altas de Guayana, es el tepui mas extenso de toda Venezuela, tiene 700 kilómetros cuadrados de superficie, su cumbre plana tiene una longitud de 35 km. y una anchura de 25 km., alcanzando una altura de 2.510 metros. Hasta no hace mucho tiempo, el pueblo pemón no ascendía jamás hasta su cima, pues según su tradición, allí moran los espíritus de apariencia humana que podían robarles el alma.

Un informe de Domingo de Vera e Ibargoyen, maestro de Campo de Antonio Berrio, a la sazón Gobernador de El Dorado, nos indica que hacia 1598 Fernando Berrío y sus hombres llegaron a penetrar hasta las inmediaciones del Auyantepuy remontando el rio Carrao

La primera noticia documentada de la existencia de este cerro, el Auyán o de los Audanes (demonios), apareció por primera vez en la cartografia de Guyana como modesto promontorio identificado como “Serro Auyan”, en el centro de un mapa dibujado por el fraile Capuchino Carlos de Barcelona en 1779. Este curioso mapa fue el resultado de los apuntes sobre las desventuras que padecieron los misioneros capuchinos, fray Benito de la Garriga y fray Tomas de Mataró, quienes después de explorar los “frescos prados de la Parima” en 1772, se vieron obligados a huir de unos salvajes indios “Paraguayanos”, quienes durante semanas les hostigaron incansablemente gritándoles que se detuvieran porque “tan solo queremos matarlos y nada mas..........”. En 1772, al tener noticias de que el Gobernador de la provincia Manuel Centurión preparaba una entrada en la región, los Padres Capuchinos aceleraron una expedición al Parima, enviando en esta oportunidad a los frailes mencionados, acompañados por algunos españoles e indios.

Los expedicionarios remontaron el Caroní hasta su confluencia con el Icabarú y por este llegaron a sus cabeceras, entrando en las del río Parime despues de 50 días de viaje. Rechazados y perseguidos por indígenas armados por los holandeses, debieron retirarse. Esta expedición constituye para algunos el predescubrimiento de la Gran sabana, siendo los dos misioneros capuchinos los primeros europeos en asomarse a esta espectacular región venezolana. En su relato, los misioneros compararon la sabana por donde pasaron, con el llano de la comarca de Urgel, territorio estepario, tendido entre Aragón y Cataluña.

Mas representativo de la fisiografía de Guayana, tal y como la concibieron los capuchinos, es un mapa anónimo, hecho probablemente sobre 1789, en el que se encuentran los siguientes elementos: hacia el Este del Caroní, al Sur de Yuruari, aparece un tepui, como en el mapa anterior, pero no se le coloca nombre alguno, la zona esta despejada y en los alrededores formando un circulo se dibuja la selva.

El Parque Nacional Canaima al cual pertenece esta zona , fue creado el 12 de junio de 1962 y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1994. El parque posee 3 millones de hectáreas, es decir más o menos el tamaño de Bélgica, siendo así la segunda área protegida en extensión de Venezuela y la séptima en el mundo.

La excursión al Salto Ángel Canaima con sus alrededores, es una de las experiencias más espectaculares de Venezuela, uno de los lugares más fabulosos del país. En la laguna se pueden ver los saltos que forma el rio Carrao y los tepuyes que nos acompañan durante los paseos por ella, el Nonoy-Tepuy (Zamuro) a la izquierda, el Kuravaina-Tepuy (Venado) al centro y el Topochi-Tepuy (Cerbatana) a la derecha.

Canaima es el hogar y tumba de muchos soñadores como el peruano Tomas Bernal, el letón Laime o el ruso Anatoly; buscavidas como Jimmy Angel; religiosos como Fray Cesáreo de Armellada, demonios como Kanaima y leyendas como las de Makunaima. Canaima es un trozo de naturaleza salvaje apartada del mundo,................................... al que también os incito a visitar.

Para terminar os invito a que leáis una de las leyendas pemones sobre la creación del Salto Angel y como los indios comenzaron a habitar esta zona.

LEYENDA PEMON
Hace muchos años cuando los Caribes poblaban las costas de Venezuela un chamán envió a su hijo a explorar el sur del territorio, porque había tenido una visión.
En la premonición los dioses le informaban que pronto vendría una dura pelea con personas que venían de otros mundos, así que encomendó a su hijo subir a una montaña muy alta que le sirviera para ver más allá del horizonte en busca de un buen lugar para vivir.

El joven y fuerte hijo del chamán acató la orden de su padre, quien antes de enviarlo al largo viaje le entregó un pequeño amuleto, un frasquito con un agua mágica sanadora de todos los males que debería llevar colgado en el pecho.“Hijo, yo estoy viejo y no puedo hacer el viaje contigo, no temas que te cuidaré, aquí te entrego esta agua mágica, llévala siempre y cuando te lastimes echa un poquito en tu dedo y frota la herida, úsala con mucho cuidado”, le dijo el anciano a su heredero.

El muchacho fue despedido por el poblado de Caribes e inició su travesía hacia el interior del país, pasó meses recorriendo la selva y cada vez que se lastimaba hacía uso de su amuleto.

Al cabo de un tiempo y algo desesperado por no encontrar la montaña indicada por su padre, se topó con un águila enorme, capaz de levantar a una persona. El ave estaba herida y se lamentaba de su suerte.

El indígena se le acercó y le preguntó qué le sucedía. “Tengo el ala rota y no puedo volar”, le respondió el fantástico animal. El aborigen vio en esta su oportunidad de encontrar su destino y le propuso curarle el ala con la condición de que lo elevara hasta la cima de la montaña.

El águila aceptó algo escéptica, pero al verse curada cumplió su promesa y con sus garras alzó al joven hasta la cima de la montaña y lo acompañó en señal de gratitud. El indígena caminó por la montaña y vio hacia el horizonte un buen lugar para su pueblo, en medio de la caminata tropezó con una piedra y cayó de frente.

El amuleto se volvió trizas y de pronto empezó a manar “agua mágica” y nació lo que hoy día se conoce como el Salto Ángel.

Gracias al “agua mágica” el lugar se llenó de frutas convirtiéndose en un paraíso para vivir. El indígena retornó a la costa del país con la ayuda del águila y le contó a su padre lo sucedido. El viejo chamán convocó al resto de los chamanes Caribes y les dijo que había tenido una visión, que dentro de poco vendrían personas de otros pueblos y habría una gran guerra y que para evitarla su hijo había localizado un refugio.


Sólo unos pocos le creyeron, así que decepcionado agarró a su gente y a quienes sí confiaron en sus palabras. El pueblo emprendió un largo camino hacia el sur del país y pobló las zonas próximas a los tepuyes, dejando atrás las costumbres Caribes.

Los años pasaron y los españoles llegaron. Los Caribes no se dejaron doblegar y murieron. Otra etnia, los pemones disfrutaba de las bondades de la naturaleza y del “agua mágica”. Así surge Kanaimo, hoy conocida como Canaima, según algunas leyendas.

jueves, 18 de noviembre de 2010

- Guggenheim y Kursaal.........la bella y la bestia

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Este verano, aprovechando el recorrido que me trasladaba desde las piadosas aguas de Lourdes, hasta el sápido pulpo de Pontevedra, pude disfrutar de las dos marineras capitales vascas, San Sebastián y Bilbao, antaño tan diferentes una a otra; aristócrata y señorial la que se deja mecer por el oleaje del mar, destartalada e industrial la que se asienta a las orillas de la ría del Nervión. Esa fue la impresión que me causaron la primera vez que las visité, Donostia resplandecía de brillo, el sol iluminaba de una forma especial las cristaleras de los edificios y la blanca barandilla de La Concha; Bilbao olía, no se que decir a que olía, pero no eran agradables sus efluvios, el color de su ría era de chocolate aguado y por doquier deterioradas vallas intentaban ocultar lo intapable: montones de instalaciones corroídas, que a lo largo de sus riveras no tenían fin, hasta cuando había sol, la ciudad parecía gris. Las dos mantenían un vetusto y animado barrio viejo, pero era lo único que las asemejaba.

El denostado por algunos “Estado de Las Autonomías” ha generado que nos volquemos en la mejora de nuestras Comunidades y no solo se nota en el País Vasco, también en el resto del estado, prueba antagónica y concluyente de ello lo tenemos en este Madrid que nos lo están convirtiendo en plástico, quitándole su sabor y ese tipismo y color que también antaño tenia. Pero no todos los dineros se usan para bien de los vecinos, unos mejoran sus ciudades, ...................otros mejoran sus bolsillos o los de sus pijas amistades. Pero volvamos a lo nuestro que de lo demás ya hay literatura de sobra, que no reflexiones colectivas. Hoy Bilbao y San Sebastián están mas igualadas que por aquel entonces, las dos han crecido y las dos siguen manteniendo ese viejo barrio que las da sabor y que siempre he utilizado para tomar esos “chiquitos”, pena que los pinchos hayan subido muy por encima de la inflación.

En las dos se han hecho grandes inversiones, sus alcaldes, el peneuvista (perdón por la expresión, pero no es mía) Azkuna en Bilbao y el socialista Elorza en Donosti, han transformado a mejor su entorno, sobre todo la primera de ellas, recuperando lo que fueron las roñosas instalaciones industriales y dejando un aspecto desconocido en la urbe.

Pero me quiero ajustar en lo que hoy son los símbolos culturales de las dos ciudades y en los que centré mi ultima visita, por un lado el Centro Kursaal, por el otro el Museo Guggenheim. Los había visto solo por la prensa, en distintos artículos y fotos, también por la televisión. Los medios los alababan en extremo a los dos, uno factura del afamado y navarro arquitecto Moneo, el otro diseño del artista-arquitecto y canadiense Gehry. No quiero en estas notas llevarme dejar por análisis previos a mi periplo por estas capitales vascas. Ya conocía los gustos por los cuadriláteros volumétricos de don Rafael, he visitado el museo de Mérida y la ampliación de El Prado y si bien sus interiores están conseguidos, por fuera son simples cubos, o cubos simples, no se come mucho el coco el señor Moneo en su diseño integrador de sus obras con el entorno urbano. De Gehry no conocía nada personalmente, pero sus diseños del museo de Bilbao, la Casa Danzante de Praga, el hotel de la bodega Marqués de Riscal en Elciego (Rioja Alavesa), el museo Vitra de Basilea o la sala de conciertos Walt Disney en Los Ángeles, me llamaban la atención por su rompedora forma de llenar los espacios y por crear en ellos una amalgama de formas curvas, con materiales que los hacen brillar a cualquier hora, ya sea día o noche.

La visita de las dos urbes me gusto, y no hizo mas que afirmar mis prejuicios hacia el de Navarra. Tengo que aclarar que el interior del Kursaal no pudo ser ollado por mis ojos, toda vez que estaba cerrado al publico, también reconocer a su favor que esas formas geométricas a las que nos tiene acostumbrados, esta vez me fueron menos monótonas y mas luminosas que las que le han precedido en sus trabajos. Pero no tengo por menos que criticar y esto no se lo atribuyo a él, la ubicación de los edificios (pues son dos) están en el comienzo del Paseo de la Playa de Zurriola y si bien su vista desde el puente es pasable, no lo es desde cualquier otro lugar. Han desaparecido las vistas de las fachadas primerizas del barrio de Gros, edificadas en los umbrales del siglo XX, como hermanas pequeñas de La Concha, y ahora sucumben bajo las sombras de estos paralelepípedos de cristal. Imaginemos por un momento las reacciones que se hubieran producido, si esta instalación se hubiera situado en la otra orilla del Urumea, en la playa aristocrática y emblemática de La Bella Easo.

Por el contrario el sitio elegido para el Guggenheim de Bilbao, no puede ser más idóneo, en el barrio de Abandoibarra, a orilla de la ría, en un lugar donde anteriormente estaban los muelles para descarga de contenedores de los buques que cruzaban la ciudad junto a sus calles y que también han desaparecido con esta edificación.

En el museo bilbaíno caprichosas formas de un resplandeciente “titanio” nos acogen dándonos la bienvenida, todo es capricho en cuanto a sus vértices. Gerhy ha querido dejar su idea del espacio en laminas que no guardan el equilibrio de la verticalidad pura y juega con las formas para hacerlas irreales, es como si los vientos que recorren la encajonada orilla del Nervión hubiesen modelado estas planchas a su antojo. El edificio parece un barco futurista, recorrerlo por su exterior es en si una excursión cultural, nada se repite, solo el color y los reflejos, que a cada hora del día se tornan mas caprichosos, la noche también es especial en él, aun cuando la iluminación que tiene no ha sido afortunadamente exagerada. Orgullosos pueden estar los estudiantes de la Universidad de Deusto de tener este edificio justo enfrente.

Su interior es también espacio, grandes zonas donde la luz es la constante, aquí las líneas siguen igualmente la marca de su exterior, domina el blanco como elemento y eso le confiere una resplandor especial, sus salas son desiguales y siguen una disposición audaz con respecto a los clásicos museos. De sus exposiciones no voy hacer prácticamente mención, pues sobre el arte en general y mas concretamente sobre el arte vanguardista no soy el mas idóneo para hacer critica, me gusta o no me gusta, me pasa como con los vinos,............ No soy tan atrevido como para opinar sobre un tema que en general desconozco, pero si quiero hacer reseña especial sobre la obra de Richard Serra y su sala de esculturas minimalistas creadas sobre gruesas laminas férricas, entre las cuales podemos pasear, formando parte de esas enormes áreas como elementos adicionales de esas composiciones, elementos complementarios a las formas generales del museo................me gustaron.

Todo el edificio es una obra de arte en sí y de hay sus criticas, devotos detractores lo critican por que su diseño artístico, desmerece su contenido y alegan que eso nunca puede pasar en un museo, que su continente supere a su contenido.

De nuevo no quiero dejarme llevar por mis obsesiones, ..............o si, que coño, pero comparando el Guggenheim con el Kursaal son la Bella y la Bestia, el Yin y el Yang, la luz y las tinieblas, el día y la noche, el blanco y el..................... gris.

Solo deseo a los que no lo conozcáis, que os acerquéis a Bilbao para verlo.

viernes, 12 de noviembre de 2010

- Sahara Occidental, un territorio traicionado

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No son solo las imágenes de esta semana las que me hacen recordar ese “País”. Sigue viniendo a mi memoria cada vez que ese territorio es noticia, casi siempre para mal, los tiempos, allá por los años 70, cuando junto a un grupo de amigos recolectábamos ropas usadas y las entregábamos a la Asociación de Amistad y Solidaridad con el Pueblo Saharaui, que tenían su sede en un destartalado piso de la calle Humilladero de mi viejo barrio madrileño. Aun creo tener de aquella inolvidable época por casa, algún cartel en la que ya se pedía la libertad para el Sahara Occidental y se podía ver en él una imagen “gloriosa” de El Uali, su dirigente indiscutible en aquellos tiempos.

Han pasado casi cuarenta años y las cosas en esos territorios no han ido mas que a peor, lo vemos por las imágenes y noticias de estos días atrás.

Quiero trasladar una introducción histórica para demostrar el derecho que el pueblo saharaui tiene de su independencia y aclarar que nadie, ningún otro país, ya sea vecino o no tiene derechos sobre su tierra y que cualquier usurpación del mismo, supone un acto de colonialismo o pura dominación.

Es un territorio inhóspito, seco, desértico casi en su totalidad, pero habitado desde la antigüedad, como lo demuestran las pinturas rupestres, grabados, arquitectura funeraria y objetos de la época neolítica allí encontradas. Ya desde este periodo se habla de Sahara con independencia al resto de los países del norte de África.

Durante los primeros siglos de nuestra era comienzan a llegar los primeros desplazados a la región de Saguia El Hamra que era su denominación entonces. Con el imperio romano llegan las tribus beréberes de los Zenata y Sanhaja. Es algún siglo después cuando se delimitan las fronteras entre la zona sedentaria al norte de Draa, mas fertil y el tipo de vida nómada que se lleva a cabo en el sur, mas árido. En el siglo VII y VIII empiezan a ser islamizadas, culminado esta en el siglo XI, abandonado durante esta época este territorio los almorávides, expandiéndose hacia el norte, conquistando Marruecos y la Península Ibérica.

En el siglo XIII el Sáhara fue ocupado por un pueblo árabe beduino, los Beni Hassan, procedentes de Yemen, quienes expulsaron a todos los que encontraron hasta tropezar con los Sanhaja, con quienes después de bastantes enfrentamientos acabaron fusionándose. Es a partir de esta fusión donde Sáhara Occidental queda ya arabizado y del que proviene el pueblo que hoy conocemos como saharaui.

Durante el siglo XIV y XV el comercio transahariano adquiere su plenitud, el cual transitaba por el territorio saharaui. Las Islas Canarias son incorporadas a la corona de Castilla a principios del siglo XV, siendo desde entonces estos territorios de una importancia estratégica para España, en los viajes para su colonización americana.

Ya en el año1583, el gran sultán marroquí El Mansur, del que ya he hablado en un articulo anterior, intenta por primera vez invadir el Sahara Occidental, siendo derrotado por los saharauis en la región de Farsia.

En el siglo XVII, los holandeses ocupan la región del Río de Oro, cediéndosela a los ingleses en 1665 y pasando a manos francesas en 1727.

Durante los siglos XVIII y XIX, los sultanes marroquíes Mohamed Ben Abdal-lah en 1767, Mulay Suleiman en 1799 y Mulay Abderrahman en 1856 reconocen por escrito a España e Inglaterra no tener ninguna autoridad sobre esos territorios.

Cultural y Étnicamente eran diferentes de sus vecinos, se movían con sus rebaños a través del desierto, en unas rutas más o menos regulares, establecidas por estaciones, pozos o fuentes, no conocían fronteras, ni ningun poder por encima de ellos.

La colectividad Saharaui, como el resto África en aquel momento, era una sociedad tribal, pero tenía algunas peculiaridades determinadas. Se gobernada por la Asamblea de los Cuarenta, "Ait Arba-ain", cada uno de los cuales representaba una de las Tribus Saharauis. Manteniéndose hasta mitad del siglo XIX totalmente libre de la ocupación extranjera, soportando durante este periodo fracasados intentos de ocupación.

1884 es el año que da comienzo a la colonización Española en tierra saharaui, creando un protectorado desde cabo Blanco a Cabo Bojador. Comenzando inmediatamente las hostilidades de los saharauis contra el estado colonial, con la toma, ocupación y destrucción de un puesto Español. Al año siguiente la conferencia de Berlín se da vía libre para que los estados europeos se repartan África.

A finales del siglo XIX, el dirigente político-religioso, chej Ma El Ainín, funda la ciudad de Smara, instalándose en ella en el lugar, creando la localidad santa, centro espiritual y político saharaui.

A principios del siglo XX Francia aprovechando la debilidad política y económica de aquella España, intenta ocupar el territorio, pero sus habitantes, los saharauis atacan en 1905 la guarnición francesa de Tiyigy, situada en territorio Mauritano. Finalmente en 1912 son acordadas entre Francia y España las fronteras definitivas de ambos países en este territorio, quedando en manos francesas Mauritania, Argelia y Marruecos. En ayuda de este ultimo país y en contra de la colonización francesa acuden los saharauis, dirigidos por El Heiba, hijo del chej Ma El Ainín, solamente en seis meses de 1908 se registran 125 batallas entre los saharauis y el ejército francés.

En 1934, en plena Republica Española, los “notables” de las tribus de los habitantes del Sahara Occidental, firman con España su “amistoso sometimiento”, denominándose Sahara Español, convirtiéndose en 1958 en una provincia mas del estado. Ese mismo año los pobladores saharauis, piden ayuda a su vecino marroquí que ya había conseguido su independencia colonial de Francia, para lograr la suya, pero fueron traicionados y abandonados por ellos. Como recompensa, el dictador Franco premió al Reino de Marruecos con la cesión de la actual provincia de Tarfaya, situada actualmente en el sur marroquí, que hasta entonces estuvo habitada por saharauis, bajo dominación española.

España ingresa en 1955 en las Naciones Unidas y tiene que someterse por ello a los principios en cuestiones de descolonización de este organismo. Pero la actitud de la dictadura es intentar ganar tiempo para evitarlo. En 1965 la ONU invita a España a iniciar los trámites de descolonización, quedando aceptado por nuestro país el principio de autodeterminación.

El 17 de junio de 1970, se moviliza el pueblo saharaui revindicando su independencia, llevando a una gran manifestación. El gobierno de Franco a través del Ejercito y las fuerzas policiales españolas reaccionan masacrando a los manifestantes y liquidando el movimiento de liberación, desapareciendo en la revuelta su líder Mohamed Sidi Brahim Basiri.

A principios de los setenta se inicia el proceso de Autonomía previo a la independencia, tal como reclamaban la ONU y la población saharaui. Culminada una breve fase autonómica, queda fijada para 1975 la celebración del Referéndum de autodeterminación. Ante las presiones marroquíes y las dilaciones internacionales, los saharauis deciden tomar las armas y luchar por su territorio. En mayo de 1973 se celebra el Congreso Constituyente del Frente por la Liberación de Saguia el Hamra y Río de Oro, conocido como Frente Polisario, liderado por El Uali.

Una Comisión de Encuesta de la ONU llega al territorio saharaui en mayo de 1975 y comprueba que "el Polisario es la única fuerza política dominante en el territorio y que la inmensa mayoría del pueblo desea la independencia". Los saharauis alertan a la ONU sobre las amenazas de invasión de Mauritania y Marruecos.

Durante el mismo año, y en medio del proceso desmoronamiento de la dictadura iniciada en España con la muerte de Franco el 20N, el Gobierno español procede a la entrega del territorio de Sahara Occidental a Mauritania y Marruecos. Comienzan entonces los enfrentamientos armados entre el Frente Polisario y el ejercito marroquí. El rey alauita promueve su "Marcha verde" en noviembre. Con esta marcha, Hassan II moviliza a 350.000 hombres y mujeres de todo el pais, además de 25.000 soldados, para tomar posesión de Sáhara. La población civil saharaui se ve obligada a huir. El 14 de noviembre, España entrega el territorio de Sáhara Occidental a Marruecos y Mauritania, a través de la firma de los Acuerdos Tripartitos de Madrid y nuevamente son traicionados sus habitantes, algunos de aquellos ciudadanos aun mantienen su D.N.I. español.

Mauritania firma un acuerdo con el Frente Polisario en 1979 cediéndole sus “derechos” territoriales, pero estos fueron inmediatamente ocupados por Marruecos.

Desde entonces la historia es más próxima y conocida, discusiones y mas charlas en la ONU, sobre un referéndum de independencia que nunca llega y mientras, el reino de Marruecos consolida su invasión, ocupando el territorio con colonos marroquíes traídos de todas las partes del país, intentando hacer su propia limpieza étnica. Mientras 165.000 saharauis viven refugiados en los campamentos argelinos, fuera de su tierra y esperando que algún día se les de una solución.

A través de esta resumida historia podemos confirmar que nunca, ningún país, ha tenido derechos territoriales sobre el Sahara Occidental, y que sus habitantes, los que había antes de 1975 y sus descendientes son los únicos que pueden decidir sobre el futuro y la independencia de esta tierra árida y seca.................que nunca ha sido dominada en su totalidad y que por un puñado de fosfatos, minerales y peces, ahora es codiciada por sus esquilmadas “riquezas”. Manteniendo al mismo tiempo el Reino Marroquí entretenidos a sus súbditos en un nacionalismo radical, que les haga olvidar las carencias democráticas y de libertad que sufren a diario.

Esta situación ha ido deteriorando y colmando la serena paciencia del pueblo saharaui, desarrollándose los acontecimientos que durante este año hemos podido conocer, desencadenando en la madrugada de este lunes el brutal desalojo por fuerzas militares y policiales marroquíes del campamento de Gdeym Izik, instalado en las proximidades de El Aaiun, sobre el que os invito a ver este video, sin que hasta la fecha tengamos datos de lo que allí ha ocurrido, pero que al pasar los días, los testimonios y las cifras de detenidos, heridos y muertos van aumentando sin parar, extendiéndose la represión, así como los movimientos insurgentes a otras ciudades de territorio.



España, los sucesivos gobiernos españoles, este de ahora también, tienen una responsabilidad indiscutible sobre estos territorios, pues sigue siendo de derecho su único administrador reconocido ante la ONU, ya que la ocupación Marroquí no ha sido reconocida por ningun organismo internacional.

Quiero desde estas letras declarar unilateralmente por mi parte la independencia y reconocer la soberanía de la República Árabe Saharaui Democrática, reconocida también por 85 estados soberanos.

Como vecino que soy de Rivas, agradecer a las numerosas familias ripenses que año tras año, todos los veranos acogen en sus casas a niños saharauis traídos desde los campamentos del desierto en Tinduf, convirtiendo su estancia en mi pueblo, en un verdadero regalo que tendrán para toda su vida. Así mismo reconocer la labor de la asociación Rivas-Sahel, por su trabajo a favor de los habitantes de estas desoladas tierras.

Quiero también desde aquí invitaros a la manifestación que se celebrara mañana día 13 en Madrid a las 12 horas desde Atocha a Sol..............allí nos veremos.



lunes, 8 de noviembre de 2010

- Marrakech

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Un púrpura pálido, un rojo ocre domina toda la ciudad, es el color de la tierra del sur marroquí, de los valles situados al norte de las altas montañas del Atlas, es el tono de la “Ciudad Roja”, el matiz que nos acompañara durante nuestro curiosear por Marrakech, la Capital del Sur.

Todo en norte africano, lo que denominamos el Magreb ha estado habitado desde tiempos primitivos por tribus beréberes, denominación romana de los imazighen “hombres libres”, que conforme a algunas teorías, su origen estuvo en el Cáucaso y que según otras serian el umbral de los vascos de por aquí; nosotros los iberos, en argot ramplón-macarra y en inmerecido modo despectivo les apodamos moros. Sus creencias religiosas se basaron inicialmente en la magia y la brujería, hasta que fueron islamizados. Estas tribus fueron el embrión sobre el cual la ciudad de Marrakech se fundó, al ser un lugar estratégico y punto de encuentro de las caravanas que cruzaban el Atlas hacia el África negra a través del Sahara. Cumpliendo dentro de pocos lustros los mil años de existencia, ha servido de origen al nombre de Marruecos, del que fue capital durante varios periodos hasta 1911.

Tras la caída del Imperio Romano, estos pueblos empezaron a expandirse, especialmente con su islamización y como defensores de la ortodoxia musulmana, hasta llegar a conquistar Hispania.

Algo de su historia
Marrakech se fundó el año 1062, siendo su creador el sultán almorávide Yusuf Ibn Tashfin, quien intervino en la península ibérica intentando unificar los reinos de taifas, ante el avance cristiano desarrollado por Alfonso VI tras la toma de Toledo. A su muerte le sucede su hijo Alí, quien con la construcción de canales subterráneos “khettaras” o qanats, palacios y baños públicos incrementó el desarrollo de la ciudad, al estilo y copia de Al Andalus.

Durante la Edad Media, la dinastía de los almorávide "el morabito"; una especie de monjes-soldados, consagrados a la Jihad, la guerra santa para convertir a los no creyentes, similar a lo que fueron en la cristiandad los templarios; harán de Marrakech una ciudad envidiada por sus excelentes pensadores y artistas, así como por la belleza y desarrollo de la cuidad, de este periodo solo ha quedado la Koubba almorávide de Ba’adiyn, situada muy próxima al palacio que aloja hoy en día el Museo de Marrakech.

Vencidos los almorávides, se instaló la dinastía de los almohades, "unificadores" del Islam, beréberes que negaban la intercesión de los morabitos o santones ante su dios Ala. El período almohade fue una época de gran grandiosidad para Marrakech, algunas construcciones aun nos la recuerdan, como la monumental Bab Agnau, majestuosa entrada de la Kasbah, fortaleza en la que existe también una mezquita. Durante este periodo se construyo la Mezquita Kutubia inspirada en el arte del Al Aldalus, se embelleció la ciudad con los Jardines del Agdal y el estanque de la Menara. Otros lugares del imperio también fueron ejecutados en esta época como la inacabada Torre Hassan de Rabat y en Hispania la Torre del Oro y la Giralda en Sevilla, así como la torre de Espantaperros en Badajoz.

En 1230 el califa Al-Mamun llama en su ayuda a Fernando III “El Santo” rey de castilla para recuperar Marrakech; que antojos de la historia, una persona a la que el Papa de Roma canonizó años después, ayuda a los infieles en los entresijos de su guerra santa, paradigmas de la historia que 800 años después vemos como se repiten.

Los incesantes descontentos e intrigas internas durante el siglo XIII, significaron el fin de los almohades cuando el sultán merinida Abu Yusuf Yacub penetró en Marrakech en 1269 y profanó las tumbas almohades. Finalizando el fin de esta dinastía y comenzando la de los merinidas, que gobernaron la ciudad durante los dos siglos siguientes. Estos establecieron la capital en Fez, decayendo el esplendor de la cuidad al trasladarse sus artesanos e intelectuales a la nueva capital. Pero las disputas internas permanecían y el desmembramiento del imperio musulmán era ya irremediable. El último sultán merinida fue asesinado en 1465 y el reino musulmán de Granada cayó en 1492.

Les sucedió otra nueva dinastía, la saadita que reinó hasta 1654, estos habían vivido en la región próxima a Marrakech durante casi dos siglos sin hacerse apreciar. En los inicios la lucha interna por el poder fue terrible y se identificó por la persecución y muerte de familias rivales completas de saadíes y aun dentro de la misma estirpe.

Moulay Abdallah desde su llegada al trono en 1557 comenzó por eliminar a todos sus competidores familiares potenciales; sus hermanos Abd El Malik y Ahmed El Mansur tuvieron que huir a Argelia. A partir de 1558, este monarca reunió en un barrio a todos los judíos de Marrakech - el Mellah creando así uno de los primeros guetos. Durante su mandato se edificaron la mezquita y la fuente Mouassine y la reconstrucción de la Medersa Ben Yussef.

En 1578 llega al poder Ahmed El Mansur, durante los 25 años de su reinado este monarca, extendió el imperio desde el Atlántico hasta Egipto, sometiendo a Sudán. Sus victorias aportaron a la ciudad muchas riquezas, entre ellas gran cantidad de oro, por lo cual fue conocido como "El Dorado". La ciudad se vio embellecida y recuperó su antiguo esplendor; hizo construir el Palacio El Badi, conmemorando la victoria contra el ejército portugués en 1578, una nueva kasbah, siendo también es el responsable de la ejecución de los elementos mas sobresalientes de las Tumbas Saadies. Su pasión por las ciencias y la literatura hicieron de la ciudad una gran capital cultural. Pese a su gusto exagerado por el lujo es recordado como un gran rey, respetado, admirado y sobre todo temido, siendo uno de los más extraordinarios sultanes del mundo, llegando a conquistar la mítica Tombuctú.Al morir sin designar sucesor, resurgieron antiguas disputas. El país se hundió en el caos y el hambre. Dando pie a los pocos años a la entrada de una nueva dinastía, los Alauitas, que tomaron el poder en el siglo XVI.

Estos son descendientes directos de Mahoma por parte de su hija Fátima casada con Ali, de donde procede el nombre de Alauíes, dinastía a la que pertenecen desde entonces todos los reyes que ha tenido el país y de ahí la denominación de "reino alauita".

Mulay Ismail gobernó durante 55 años hasta 1727, megalómano y cruel, es pese a ello recordado como el más grande dirigente del Islam de su época. Creó un ejército de 150.000 hombres formado con esclavos que tenían la obligación de reproducirse con las mujeres de un gigantesco harén; los niños eran educados como soldados perfectos. Setecientos rivales fueron decapitados durante su mandato, despojó la ciudad de origen romano de Volúbilis para recobrar sus materiales, tambien arrasó el magnifico Palacio El Badi, para vengarse de la dinastía Saadí. Se comenta que su harén estaba formado por 400 mujeres, llegando a tener más de mil hijos.

Durante el convulso siglo XIX Marrakech sufre los avatares históricos del propio Marruecos donde franceses, portugueses y españoles impusieron sus intereses coloniales, justificándolos unas veces para eliminar a los corsarios, otras por represalias por permitir la piratería, pero con el único fin del control de sus riquezas naturales y su privilegiada situación de puerta de África.
En 1894 con 16 años de edad, accede al poder Moulay Abdelaziz, entregado a los deportes, las fiestas, el lujo y con el país hundiéndose por las deudas, firmó en 1906 un tratado, que repartía el reino entre Francia y España.

Durante ese periodo, fascinados por la cultura oriental comenzaron a llegar gran cantidad de franceses a Marrakech, muchos de ellos instalándose definitivamente, adquiriendo y recuperando antiguos los riads en la Medina de Marrakech, creándose también el nuevo barrio europeo de Gueliz, ubicado extramuros.

Pero no tardando estallaron, sobre todo en Marrakech, los disturbios y revueltas a favor de la independencia. Para conseguir mantener el control, el gobierno francés hizo un pacto con Thami el Glaoui, uno de los señores de la guerra que estaba al frente de las tribus de las montañas del Atlas, nombrándolo en 1912 señor de Marrakech, dándole carta blanca sobre la ciudad y todo el sur marroquí. El Glaoui se instaló en un palacio de la ciudad y desde allí gobernó con dureza durante más de 40 años. Extravagante, cruel déspota y amante de los excesos, siendo también un personaje astuto y brillante, que organizaba solemnes banquetes para sus invitados a los que agasajaba con espléndidos regalos.

El protectorado duró hasta el regreso del exiliado rey Mohammed V en 1956 y la "Perla del Sur" como también han dado en llamar a Marrakech, al igual que el resto del pais consiguió su libertad e independencia colonial,......................... aunque para la plena, la de sus habitantes todavía les queda.

No quiero dejar de mencionar en estas notas dos personajes importantes relacionados con la ciudad y que por ser de origen hispano se merecen unas letras. Uno es el cordobés del siglo XII Averroes, de origen árabe, musulmán, librepensador, filosofo y sobre todo uno de los mejores médicos de su época. Al que, quien fuera el primer Presidente de la Comunidad de Madrid Joaquín Leguina, quiso reconocer sus aportaciones poniéndole su nombre al hospital “12 de Octubre”, pero los sectores mas rancios de la sociedad madrileña, los que ahora nos “gobiernan” este Madrid, trastocaron esa consideración a este personaje, que por sus ideas libres y tolerantes, en una época de intransigencia e integrismo religioso, fue expulsado de su país “Al Andalus” y exiliado murió en Marrakech en ll98.

El Otro prójimo al que quiero rendir deferencia es Juan Goytisolo, escritor, “España y los españoles”, el cual vive afincado en Marrakech desde ya hace muchos años. Crítico con los críticos de lo que se denomina la “emigración ilegal”, sus libros estuvieron prohibidos en España desde 1962 hasta 1976, no siendo difícil cruzarse con él a primeras horas de la mañana en las proximidades de la plaza Jemaa el Fna.

Un paseo por la ciudad
Cualquier recorrido que hagamos por la ciudad comenzará o concluirá en la inmensa y singular plaza de Jemaa el Fna, centro incomparable de la medina o barrio viejo y espacio donde observaremos las más variopintas actividades. Desde ella buscaremos la calle Riad Zitoun el Jadid y en dirección sur iremos en busca del Palacio Bahia, esta calle es un alboroto de comercios de todo tipo, concurrida por multitud de personal que a cualquier hora del día la transitan, es uno de las pasos principales de la medina y al recorrerla tendremos que esquivar las motos y bicicletas, que como practicando slalom sortean a los viandantes que por ella circulan. Antes de llegar al palacio nos desviaremos a la izquierda, para no sin preguntar dirigirnos al museo Dar Si Said, alojado en un hermoso palacio del siglo XIX en el que podremos ver piezas interesantes de las zonas del sur marroquí.

El palacio Bahia fue mandado construir a finales del siglo XIX y podemos ver en él sus patios y algunas de las 150 habitaciones de las que dispone, esta decorado con arabescos al estilo tradicional árabe, pero nada comparable a nuestra Alambra granadina.

Rodeando el palacio esta el Mellah, es la antigua judería, el barrio judío de la ciudad donde se asentaron los judíos expulsados de España. En el podemos encontrar dos sinagogas y un cementerio hebreo. Esta rodeado por una muralla que lo separa del resto de la medina; calles estrechas y casas con las paredes desconchas, dan la impresión de abandono, conservando un mercado cubierto muy animado, que no esta aun todavía inundado por los multicolores turistas; también podremos visitar aquí un pequeño zoco de joyerías y un animado mercado de especias en el que os aconsejo hacer las compras de estas esencias culinarias.

En las proximidades podemos visitar el palacio Badil, o mas bien sus ruinas (en su dia fue considerado una de las maravillas del mundo), ya que al esplendor de sus construcción en el siglo XVI por el sultán El Mansur, se topo con la necedad y la envidia de Moulay Ismail que al no poder construir otro que le pudiese igualar, ordenó su despojo y destrucción.

Ya será hora de comer y para ello en las cercanías, encontraremos en la Plaza des Ferblantiers unos restaurante en la calle, en los que a buen precio podemos degustar cous cous, tajine e incluso unos guisos de lentejas o judías.

Estamos cerca tanto del Palacio real como del Palacio de Moulay Idriss, pero no os molestéis en intentar visitarlos, son propiedad de la familia real y aquí todo lo “real” es intraspasable, intocable y casi innombrable.

Ahora toca turno a la visita de las tumbas Saadíes, que ha sido el secreto mejor guardado de toda la ciudad durante casi 500 años, construidas en medio de la ciudad en el siglo XVI, no supo de su existencia hasta 1917, en los que unos oficiales franceses indagaron sobre que habría detrás de unos muros. Hoy son unos de los lugares mas visitados en los que encontraremos mas de 100 tumbas, entre las que destaca el mausoleo principal donde esta enterrado El Mansur y su familia

A poca corta distancia de las tumbas está Bab Agnau, la puerta de acceso a la Kasbah, es una de las puertas más bonitas de la ciudad, realizada en el siglo XII en piedra y no en ladrillo como la mayoría de los edificios.

Es hora de ir retornado a la plaza y lo haremos por la calle Ibn Rochd hasta el final donde nos cruzaremos con la Avenida de Houmman el Fetouaki, en el nº 13 encontraremos la “Patisserie fine de Marrakech”, lugar idóneo para tomar te junto a los mejores pasteles de la ciudad. Desde aquí ya no nos perdemos en llegar a la Jemaa el Fna, comenzará a atardecer y será el momento de repetir el te en algunas de las terrazas que los cafés de la plaza tienen en sus azoteas, desde las cuales cientos de turistas ascendemos a ver ese espectáculo de transformación, no solo del dia en noche. El inmenso espacio se transmuta en multitud de chiringuitos de comida, corros variopintos de gentes llenan por doquier cualquier lugar, mujeres que hacen tatuajes con henna, llamativos vendedores de agua, músicos, malabaristas, cuentistas, sacadores de muelas, encantadores de serpientes, puestos de esencias afrodisíacas, vendedores de cualquier cosa se instalan en ella, ofreciéndonos un espectáculo gratuito (salvo el precio del te), como si una obra de teatro se tratase.

Al contrario que todas las guías que sobre la ciudad se refieren, no recomiendo cenar en esos chiringuitos, y no es por cuestión de higiene que se la supone. Estos establecimientos al aire libre, que hace veinte años eran verdaderos “restaurantes” en los que cenaba la población local, se han convertido en una atracción turística más. En la actualidad solo encontraremos, minúsculas raciones cuya elaboración deja enormemente que desear. Entremos a los zocos y dejémonos llevar por el olfato hasta alguna humeante parrilla, en donde podremos tomar unos keftas de carne picada, acompañados con alguna ensalada marroquí.

La plaza y el conjunto de la Medina, fortificada con las murallas edificadas en el siglo XII, está protegida por un cordón de bastiones hechos de tierra roja, que encierran un laberinto de callejuelas y palacios, mercados y mezquitas, cúpulas y miranetes, que han sido declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1985.

Dedicaremos otra jornada a visitar el resto de la ciudad. A primera hora el Jardín de La Menara estará en su esplendor y todavía no habrán llegado los autocares con los “japos”; situados al este, fuera del centro urbano y a unos 3,5 km. de la plaza, están dominados por un gran estanque de agua, desde donde sale el sistema de riego para todos los parterres de olivos y frutales que hay a su alrededor. Los jardines fueron realizados en el siglo XII, en la época almohade y a medidos del siglo XIX se ejecutó el pabellón de teja verde, que sirve de modelo para muchos carteles de promoción turística de la ciudad.

Continuamos nuestro paseo esta vez por la zona norte de la medina y nuevamente desde la animada plaza, introduciéndonos en sus souks (zocos) que ya a esta hora estarán en plena efervescencia, nos dejamos llevar por ellos guiándonos por los olores, practicamos el regateo aun sin tener que comprar, forma parte del guión, buscamos rincones oscuros y recónditos, husmeamos patios, atravesamos puertas, nos fundimos en ese bullicio de voces, quincalla y color.

Salimos de este Corte Ingles de la edad media y preguntamos por el barrio de los tanneries (tintoreros), que aunque no tienen los colores ni la dimensión de los de Fez, es curioso acercarse hasta allí, aunque sea por el simple hecho de recorrer esas callejas algo alejadas de la colorida presencia de foráneos.

Al retorno es visita imprescindible la Medersa de Ben Youssef, sin duda el edificio mas hermoso de todo Marrakech, se trata de una escuela coranica fundada en el siglo XIV, cuyas celdas de estudio rodean un bello patio con paredes de arabesco, presidido por pequeño estanque que contribuye a crear esa atmósfera de paz y sosiego, que después del ajetreo urbano se agradece.
No muy lejos en un palacio del siglo XIX celosamente restaurado encontramos el Museo de Marrakech, que si bien recoge obras de arte marroquí contemporáneo, merece la pena por ver en si el edificio y sus patios. Justo enfrente de el museo, en un lateral de la plaza encontramos la Koubba almorávide de Ba’adiyn, único resto que queda en la urbe de los fundadores de la ciudad.
El resto del dia lo podemos dedicar a visitar los Jardines Majorelle y la Kutubia. Los jardines diseñados en los años treinta por el pintor Jacques Majorelle, fueron adquiridos después por Yves Saint Laurent para crear allí un museo de arte islámico y reconstruirlos con un intenso azul cobalto, inspirando un estilo lujurioso y sensual.

Para terminar el día nos acercaremos al minarete de la Kutubia, a esa hora de la tarde cuando el sol comienza a declinar y los colores tiñen de rojo mas aun la ciudad, a esa hora la torre de llamada a la oración se tiñe de ocre, dándole un aspecto mas sobresaliente si cabe. Símbolo de la medina y situada muy próxima a la plaza, la Kutubia se construyo a finales del siglo XII a semejanza de la Giralda Sevillana, siendo con sus 77 mts. el edificio mas alto de todo Marrakech, al que como su hermana bética se asciende por una rampa, dando la posibilidad en su tiempo de coronarla a caballo.

Sobre la ciudad, dominándola, se encuentran las altas montañas del Atlas como si del Guadarrama madrileño se tratase. Si disponemos de tiempo es aconsejable visitar algunos sitios ubicados en las proximidades de sus valles.

El Valle de Ourika se introduce poco a poco hacia las cumbres, según vamos avanzando se estrecha haciéndose mas verde y húmedo, es un oasis en estas tierras vacías del sur marroquí, hasta aquí también ha llegado la marabunta multicolor de los visitantes, pero aun así podemos disfrutar de sus poblados arrimados a la orilla del río, a los que accederemos por rústicos puentes colgantes, al final del asfalto encontramos la aldea de Setti Fatma, desde ella un sendero al otro lado del río trepa, entre chiringuitos de cacharrería varia y terrazas de te, hasta las siete cascadas que una tras otra se suceden en uno de sus arroyos, el paisaje es agreste y el murmullo de el agua nuestro acompañante, que pena que la falta de control de este desmesurado desarrollo, empañe la belleza de este lugar.

Desde aquí podemos acercarnos a el Puente natural de Imi-n-Ifri, en bereber "puerta del precipicio", situado a unos 130 km. Se trata de un puente cincelado por la naturaleza, que une perfectamente las dos partes del angosto valle del río Mehasseur, abriéndose en forma de pequeñas cascadas entre las grandes rocas del fondo, ubicado en un entorno natural formidable lleno de vegetación.

Pero sobre todo debemos visitar las Cascadas de Ouzoud, ubicadas 70 km. más adelante. Se trata de las cascadas mas grandes e impresionantes del norte africano. El río salva un desnivel de mas de 130 mts. formando tres sucesivos saltos, rotos por varias laminas de agua, el espectáculo es extraordinario y aunque hasta aquí también ha llegado la fiebre de los chiringuitos, que nos rodean en nuestro camino, no deja de sorprendernos la belleza de este entorno, rodeados de agua, vegetación y monos.

Pero sobre todo debemos llevarnos el recuerdo de Marrakech, impregnarnos de esa constante que toda ciudad de cultura islámica tiene, su intensa vida, su incesante trajinar, sus mercados, de los colores, de los puestos que encontramos por cualquiera de sus callejas, de sus miradas, de su intrincado laberinto urbano, de sus gentes, su algarabía y hasta de sus olores que nos sirven de consejeros para recorrerla.

Una maraña humana no solo por la algarabía de sus pobladores, la gran cantidad de foráneos multicolores que la visitamos, nos sumergimos entre sus gentes invadiendo su cotidianidad, cruzándonos con personalidades dispares a cada instante, viendo como comparten charla una mujer que solo nos deja ver de su rostro unos hermosos ojos negros, con una joven que liberada de su “hiyab” (pañuelo de cabeza) nos muestra por debajo de su falda unas bonitas piernas incluida sus rodillas o como pasean cogidos de la mano dos fornidos jóvenes, uno vestido de chilaba y el otro con vestimenta occidental, tomarse el primer zumo mañanero de naranjas y limón en algunos de los puestos de la plaza, perderse por la medina buscando salidas a calles que no la tienen, pasear temprano por los zocos antes de que las tiendas abran, recorriendo sus calles y sus plazas en compañía de la temprana soledad de la mañana, buscar los clarososcuros de sus luces y la noche, pasear la noche, dejándonos llevar por sus espacios oscuros que siempre nos llevaran a la gran plaza, ese espacio que por al noche se transforma en restaurante callejero y que aunque haya perdido la autenticidad que tuvieron en el pasado aun mantiene esa magia de tiempos atrás.

Marrakech es un contraste de sensaciones, un cóctel de impresiones, en donde sin lapsus pasamos de la oscuridad de un pasadizo en una calle, a la transparencia de la luz de un patio descubierto, de las humeantes brasas de un rustico bareto callejero, a las luces de neón que nos invitan a tomar una jugosa hamburguesa, reflejada en una fotografía de su fachada...............................Marrakech es una ciudad a la que siempre se quiere volver.

miércoles, 13 de octubre de 2010

- Delta del Orinoco..............la tierra de los Waraos (Venezuela)

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¿Qué me trae a estas tierras 500 años después de que el primer Europeo se acercase a ellas?............. intuyo que venir a estos lugares, es por la pretensión que todo humano tenemos de escudriñar lo que nos es diferente, de recorrer espacios, conocer gentes y tierras distintas, de ver con nuestros propios ojos lo desconocido; aunque ya imágenes de todo el planeta las podemos ver por este magnifico medio que es Internet. Pero aun así nos faltan las sensaciones, los colores reales, los tiempos y hasta los olores con los que siempre somos regalados al acercarnos a lugares lejanos y dispares, de los que a diario tenemos en nuestra próxima y monótona cotidianidad; serán entonces estos elementos los que me han traído por aquí,.......... a tierras americanas.

Ya hace tiempo que tenia ganas de acercarme a estas latitudes tropicales, mas de 35 años han pasado de cuando tuve por primera vez referencia de estos parajes a través de Félix Rodríguez de la Fuente, por su serie televisiva “La Aventura de la Vida” durante su viaje al Cerro Autana en diciembre de 1973. Años mas tarde tuve noticias de ascensiones a otros Tepuis por parte de alguna que otra expedición, y por ultimo la invitación, que no pudo ser, de mi amigo brasileño Marcio Tosi para descender el Amazonas y subir después al Roraima Tepui. Por fin he logrado que todos esas llamadas en el tiempo se pudieran ahora hacer realidad, que mis botas patearan esas tierras y mis sentidos se llenaran de todo lo que esta enorme fuerza de la naturaleza nos muestra en el interior de un país como Venezuela.

Con estas notas comienzo una serie de artículos a través de los cuales intentare relatar lo vivido en aquellas tierras, que por su singularidad y grandeza destacan sobre otros lugares de nuestro gastado planeta. Ocho trayectos en aviones y avionetas, doce recorridos en lanchas, canoas o curiaras, seis itinerarios en todo terreno, cuatro en automóviles, dos de ellos en un pomposo Ford Lincoln del 92 y seis rutas a pie, alguna de ellas de intensidad, han sido necesarios para poder conocer estos sitios llenos de un encanto único. La grandiosidad de Venezuela, la dificultad de sus vías de comunicación y las distancias entre ellas, hacen necesario la utilización de trasportes poco convencionales para movernos por este país. Desde esta pagina quiero agradecer a Luis Guillermo y Mary de Adrenaline Expeditions, por su esfuerzo en conseguir que nuestro periplo fuera lo mejor posible y que su trato personal se acercase incluso a sentirnos con ellos como en familia, recomendando a todos los que estéis interesados en recorrer estos lugares os pongáis sin dudarlo en sus manos.

Siempre intento organizar los viajes de tal manera que los lugares a recorrer sean de menor a mayor interés, pretendiendo conseguir que la sensación al regresar de ellos sea la más intensa posible, por eso plantee como primer sitio a visitar el Delta del Orinoco, pero al recorrer esta inmensidad de agua y vegetación, al conocer a sus pobladores, al ver sus formas de vida y los recursos con los que viven, mis impresiones sobre este lugar se vieron incrementadas sobre las expectativas que de él había obtenido en las informaciones recopiladas, consiguiendo acrecentar de una manera considerable la imagen que de este lugar tenia antes de haberlo recorrido.

El Delta de Orinoco se forma a partir de la unión de los dos grandes ríos de Venezuela el Orinoco y el Caroní, muy próxima a la ciudad de Puerto Ordaz. Comprende un enmarañado laberinto de 40.000 km2, creado por mas de 300 brazos, formando los canales por los que discurren sus aguas hasta el océano Atlántico, tributando un caudal de unos 18.000 m3 por segundo y aportando 10 millones de toneladas de sedimento al océano, añadiendo cerca de 40 metros de nuevas tierras por año y creando en su desembocadura un espacio de unos 350 km. de longitud, para darnos una idea, la distancia aproximada entre Madrid y Zaragoza. Su extensión hizo pensar a los primeros exploradores españoles que se trataba de un mar.

Aunque Cristóbal Colón el 3 de agosto de 1498, durante su tercer viaje, desembarcó por fin en tierra firme americana, en la costa venezolana, por la zona del golfo de Paria, cerca a la desembocadura del Orinoco denominándola Tierra de Gracia, no surcó su río, ni conoció su delta. Fue Alonso de Ojeda en compañía de Juan de la Cosa y Américo Vespucio (de aquí le viene el nombre al continente) quienes en 1499 divisaron su desembocadura. Vicente Yañez Pinzón en 1500 descubrió el Delta, bautizando al gran río como “Río Dulce”. Pero fue Diego de Ordaz comendador de la orden de Santiago, capitán de Hernán Cortés y a la sazón rapiñador de los indígenas mejicanos, quien en 1532 remontó el Orinoco hasta la confluencia con el río Meta, siendo el primer europeo reconocido como explorador del delta, sin embargo sus intenciones eran las de encontrar “El Dorado”, leyenda creada por las informaciones que los aborígenes le habían dado sobre la existencia de una gran riqueza de oro mas allá de la confluencia del río Meta. El 23 de junio de 1532, Diego de Ordaz entro por Pedernales con doce navíos y 400 hombres guiado por un indígena de nombre Taguato; esta expedición después de haber llegado al pueblo de Uriparia continuo remontando hasta cerca de la desembocadura del río Meta, afluente del Orinoco, actualmente en la frontera de Venezuela y Colombia. Se atribuye a Diego de Ordaz la fundación en 1532 de ciudad de Santo Tome de Guayana, cerca de la desembocadura del río Caroní con el Orinoco, próxima a donde se encuentra hoy la actual ciudad de Puerto Ordaz.

Mas tarde en 1561 descendiendo el Orinoco, vuelve a pasar por el delta camino de Isla Margarita, otro personaje singular, Lope de Aguirre, apodado indistintamente El Loco, El Tirano, El Traidor, Peregrino, Príncipe de la libertad o La ira de Dios. Formaba parte de una expedición gobernada por Pedro de Ursúa en busca nuevamente de las riquezas de El Dorado, al no encontrar rastro alguno del legendario territorio, el descontento resultante fue aprovechado por Lope de Aguirre para organizar una insurrección, asesinar a Ursúa y tomar el mando de la expedición, posteriormente se dedica a ejecutar y asesinar a diestro y siniestro, ya sean soldados a sus ordenes, como indígenas pobladores, se le atribuyen 72 muertes, hasta su hija fue estrangulada con sus propias manos. Así mismo declara por escrito su rebeldía al rey español, el ortodoxo, católico y poderoso Felipe II, declarando la guerra al imperio español y proclamándose Príncipe de Perú. Simón Bolívar dejó escrito que la rebelión de Lope de Aguirre fue la primera declaración de independencia de una región de América.

Sobre este extraño personaje os aconsejo la extraordinaria película “Aguirre la cólera de Dios” que Werner Herzog realizo en 1972, basada en el diario escrito por fray Diego Gaspar de Carvajal, que participó directamente en la gesta, siendo este el único testimonio que se conserva de esta demencial aventura, llevando a un grupo de personas, cegadas por la codicia y dispuestas a cualquier traición, a navegar por los caudalosos y peligrosos ríos hasta que se encontraron, cara a cara, con la tragedia.

También Ramón J. Sénder, se sirvió de las notas del fraile para escribir en 1968, La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, en la que de una forma prodigiosa nos narra los hechos protagonizados por el rebelde y paranoico Aguirre.

Pasados 150 años de estos hechos trágicos, llegaron a estas tierras en plan mas sereno los Padres Capuchinos Catalanes, ya no con la intención de encontrar la ciudad de oro, sino la de evangelizar a las culturas indígenas pobladoras de estos dominios y convertirlas en mano de obra productiva, en contraposición de lo que hicieron sus hermanos Jesuitas mas al norte evangelizando influenciados por las teorías Roussonianas.

El jesuita Padre Gumilla, es quien escribe en 1731 “El Orinoco ilustrado y defendido”, la primera descripción de la cultura indígena de los Waraos.

El devenir de las guerras por la independencia frustró el desarrollo de las misiones. El 17 de Mayo de 1817, los dieciocho misioneros capuchinos que se hallaban recluidos en la Misión de Caruachi, fueron lanceados y macheteados y sus restos arrojados al Caroní. Posteriormente, el 16 de Octubre de 1817, el General Manuel Piar fue fusilado en Angostura. Las misiones fueron transformadas en fincas ganaderas, cesando toda su estructura industrial. Terminado así la historia de las misiones capuchinas catalanas.

Los Waraos

Tribus asiáticas penetraron en América por el estrecho de Bering llegando hasta Alaska cuando estos dos continentes aun estaban unidos por un istmo, extendiéndose después hacia el E y el S, camino de las llanuras centrales de Norteamérica. Desde allí se diseminaron a México, Centroamérica y Suramérica, pudiéndose establecer que los primeros asentamientos que se instalaron en territorio venezolano datan de aproximadamente 17.000 años a. C. Es difícil establecer la fecha en que estas tribus se establecieron en bajo Orinoco. No obstante, se asegura que la antigüedad del Warao en el Delta se remonta a unos 17.000 años.

La reciente historia de este territorio la han hecho los indígenas Waraos (gente de las canoas), que según su tradición oral, llegaron al Delta huidos de otras tribus más belicosas, obligándoles a aislarse en estos parajes. Inicialmente fueron pescadores, cazadores y recolectores, posteriormente pasaron a ser agricultores con la introducción de semillas y otros productos desde la isla de Trinidad y de Guyana. Los Waraos continúan siendo parte importante de este espacio, aferrados en su cultura y adoptando nuevas actividades que les proporcionan una mejora económica. Se calcula que actualmente la población de waraos es de unos 37.000 de los cuales unos 30.000 hablan en su idioma.

Su actividad tradicional ha sido siempre la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres, teniendo próximo a su choza un “conuco”, especie de huerto del que también se abastecen. La cultura de estos indígenas sigue ligada a la planta del moriche que les proporciona alimento, bebida, casa y ornamentos. Actualmente, muchos de ellos se han transformado como obreros del campo, prestando sus servicios en fincas agrícolas, o bien en tareas relacionadas con el turismo o la construcción.

Los Waraos han sido paganos durante el transcurso de su existencia, rindiendo culto al sol, la luna, las aguas, a los cuales atribuían poderes especiales. Al comenzar las misiones cristianas sus dogmas se fueron modificando y muchos se convirtieron al catolicismo, pero aun hoy en día siguen vigentes esas creencias, sobre todos en los que viven más apartados de la sociedad. No se puede decir que el matrimonio entre los Warao carezca de formalidad por no existir una ceremonia como tal. No hay un noviazgo previo, la mujer acostumbra a escaparse con la pareja elegida, bajo las sombras de la noche. Los Waraos no son promiscuos por naturaleza, normalmente hacen vida marital solamente con la pareja que han tomado como esposa y normalmente lo hacen muy jóvenes, especialmente la mujer que en la mayoría de los casos contrae matrimonio en su etapa de pubertad.

La muerte para ellos es considerada en dos aspectos: como un hecho natural (si se produce durante la vejez) o como intervención de espíritus que hacen daño a las personas. El rito de la expiración se hace en la actualidad mediante enterramiento, pero antes se colocaba el cadáver dentro de una urna, esta se llevaba a un lugar fuera del poblado o se dejada en la misma casa del muerto sobre estacas a un metro de altura, en este caso la vivienda era abandonada totalmente.

El recorrido

La inmensidad de estos parajes se nos hace mas acusada al adentrarnos en su interior, dentro de él es donde notamos la enormidad de este territorio, el agua es todo, aun lo que parece tierra firme también está en gran parte inundado. El agua es su sistema de comunicación, el agua es el elemento que les da vida, el agua regula su clima, el agua mantiene su vegetación y el agua modela la multitud de canales, que han conformado semejando a Venecia, el nombre del país, Venezuela.

Habiendo salido temprano de Puerto Ordaz, comenzamos nuestro recorrido desde la aldea de San José de Buja, aquí nos introducimos en el liquido elemento, del cual prácticamente no saldremos hasta varios días después con nuestra partida, recorremos los caños sorprendidos por la vegetación que observamos a nuestro rededor, en donde de forma mimética se esconde una abundante y variada fauna. Caño Buja se convierte en nuestra principal autopista fluvial y el Orinoco-Eco-Camp nuestro refugio, desde este campamento bien situado, en el que encontramos la acogedora austeridad de sus instalaciones, partiremos a los recorridos por los brazos acuáticos del Orinoco; por las mañanas antes o después de tomar el desayuno en una curiara a remo (canoa elaborada a mano vaciando un tronco y dándole forma de piragua), recorriendo en silencio los canales, solo acompañados por los ruidos de la selva que a esa hora se esta despertando, rompiendo sutilmente a nuestro paso el espejo que las tranquilas aguas forman a nuestro alrededor. Posteriormente ya en lancha a motor, descubrimos por el caño Nanarima, en dirección a Río Tigre, una parte de sabana despojada de la vegetación selvática que nos había acompañado durante toda la ruta, aquí en la mas absoluta soledad encontramos unas construcciones, se trata de una granja de búfalas, las cuales dedican su leche a la producción de queso, allí me encuentro con un joven y nuestras palabras se cruzan, me dice que le encanta su trabajo y que le gusta vivir en ese lugar, que no hecha de menos los sitios habitados y que solo los fines de semana abandona el lugar para ir a San José de Buja a pasar el rato, me comenta, siempre con una agradable sonrisa en sus labios, que aquí nunca le falta comida, pues el dueño se encarga de mandársela y siempre hay, con él viven un viejo y una chica joven madre de dos hijos, que al parecer es una de las esposas que tiene el propietario de la granja, un señor ya mayor que no vive con ellos. Comienza a atardecer, mientras probamos el queso y tomamos un te, el cielo se convierte en un espectáculo adornado con toda la gama posible de tonos azules, las nubes, en la despedida del Sol nos regalan unas imágenes únicas que no solo las cámaras de fotos recogen, también nuestros sentimientos.

Al día siguiente navegamos rumbo Este, camino de Caño Buja para desviarnos a Caño Danto, hoy haremos a pie un corto recorrido por la selva, Antonio nuestro guía warao, nos introduce por un enrevesado maremagnum de vegetación, todo esta prácticamente encharcado, aquí nos enseña algunas plantas y su utilidad, como conseguir agua de ellas y las características de otras para usar como medicinas, como alimento o también como detergente. De la nada, los waraos con unas simples hojas confeccionan una cesta, hacen un vaso o un envoltorio. Nos muestra el moriche, árbol sagrado y proveedor del warao, de él toman sus frutos, sacan almidón, hacen guarapo (una bebida) y extraen su fibra, que luego lavan, secan al sol y la hilan para dedicarse a tejer sus hermosas cestas y las resistentes hamacas. Una experiencia es probar los gusanos del moriche, son blancos, gruesos y de unos cuatro centímetros, tienen un sabor parecido al coco. Una vez que derriban la planta, dejan el tronco en el suelo y al mes ya pueden sacar hasta un kilo de gusanos, proporcionándoles proteínas y grasas, comiéndolos crudos, vivos o también fritos.

Al regreso desde la selva, en la canoa algunos intentan pescar pirañas y hasta lo consiguen, nos servirán para cenar. Ya camino de retorno al campamento el cielo se cubre y barrunta tormenta,........ ya creo que si, justo al instante de desembarcar, se pone a llover,............... y de que manera. Escampa ya en la tarde y volvemos a salir para intentar ver atardecer desde unos de los caños próximos, el cielo esta gris y aun llueve un poco, la lancha recorre solitaria a media luz el canal, sus aguas son de nuevo espejos que nos reflejan la realidad de la selva, pero con otra luz, mas oscura, mas serena, mas tranquila. Paramos en la intersección de dos caños para intentar captar ese momento de la puesta de sol, pero este hoy no se ha dejado, como contrapartida somos regalados por otro momento mágico, dos niñas warao salen de su choza en la orilla del río y se acercan en una pequeña curiara hacia nosotros, casi no hay palabras, solo miradas y sonrisas, vienen a ver si les podemos dar algo de gasolina, pero se entretienen un rato con nosotros, a lo lejos están los suyos en la choza, el humo de su hoguera indica que preparan la cena, creo que el conocimiento del castellano que tienen es muy limitado, pues contestan con dificultad a las preguntas que les hacemos, nos tocan y las tocamos, unos chicles y un poco de refresco es el regalo que les podemos dar, ellas nos han regalado su presencia y su sonrisa.

Amanece de nuevo, hoy desayunamos muy temprano, queremos visitar los asentamientos waraos que Antonio nos había comentado la noche anterior y no están cerca, partimos por el Caño Buja camino de Caño Mánamo, el mas grande de toda la zona, que llega hasta la desembocadura en el Atlántico. En la orillas vamos observando aisladas construcciones de chozas “janokos” en donde los waraos tienen su hábitat y forma de vida, en gran mayoría idénticas a las de sus antepasados, levantadas con troncos de madera y techos a dos aguas cubiertos de hojas de temiche (palmera), abiertas completamente al exterior sin ninguna pared que las proteja, ubicadas generalmente en las orillas del río y levantadas sobre palafitos, de tal manera que el piso quede siempre por encima de las mareas marinas que hasta aquí llegan, son de lo mas simple, un solo habitáculo donde cohabitan todos los miembros de la familia, donde cocinan y duermen, eso lo hacen en hamacas que por estas latitudes llaman “chinchorros”, elaborados por las mujeres mediante un laborioso proceso con la fibra del moriche (palmera). En el piso hay grandes fogones para cocinar, protegiendo las maderas con una capa de barro. El río les sirve de comunicación, de él sacan el agua y el resto de sus necesidades esta en la selva, en la cual están inmersos.

Durante nuestro recorrido seguimos viendo estas gregarias construcciones a uno y otro lado del caño, hasta que llegamos a Yabinoko una pequeña agrupación de janokos que forman una diminuta aldea, mas adelante pasamos por Boca Tigre (Tobe Aroko), apenas media docena de cabañas y entramos en Caño Mánamo que aquí se muestra en toda su inmensidad, hasta 800 m. llega atener de ancho en algunos de los sitios. Mas adelante descendemos y visitamos el núcleo de La Culebrilla compuesta por unas 40 familias y cuya comunidad esta especializada en la confección artesana de cestería, aquí podremos adquirir chinchorros de moriche, así como pulseras y collares que venden la niñas waraos, un lugar interesante de visitar y la más organizada de todo el Delta, los indígenas están comenzando a sembrar tirite, lágrimas de San Pedro y otras fibras usándolas en la artesanía para que esta sea sostenible.

A una media hora esta la comunidad de Winamorena, pero ya se nos hace tarde y tenemos que regresar porque finaliza nuestro recorrido por el Delta, no sin llevarnos una sensación agradable de estos lugares y sobre todo de sus gentes, los indígenas Waraos, que aun en el siglo veintiuno y pasando por delante de sus casas lo que entendemos nosotros por “modernidad”, siguen manteniendo en gran parte una vida en común con la naturaleza, orgullosos de mantenerla y felices del medio en el que residen.

Desde aquí quiero enviar un especial agradecimiento a Antonio y su hijo Jesús, indígenas Waraos, por su compañía y enseñanzas.