jueves, 21 de enero de 2010

- Jordania...........la tierra del Jordán

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Al sur de Siria una frontera irreal nos da la acogida a Jordania, una linde que como tantas otras, fue mercadeada después de la primera gran guerra mundial por potencias coloniales occidentales, alejadas en la distancia, en la cultura y de las gentes de estas áridas tierras que hoy denominamos Próximo Oriente, fronteras que como cada día podemos observar en las noticias, siguen siendo hoy producto de cisma y controversia.

Jordania es uno más de esos países que conforman nuestro más cercano oriente; parecido a sus vecinos pero tan diferente, nos da una sensación de occidentalismo, pero no lo es, un efecto de modernismo, pero tampoco, una impresión de emancipación, pero sigue dependiente de su situación geográfica, un país de lugares “santos” y no solo para los viejos cristianos, un país de refugiados que se le hacen incómodos, un país de arena bañado por un mar muerto, un país árido y estéril recorrido por un río, ................ Jordania, la tierra del Jordán.

Su capital Amman es una ciudad incomoda, no tiene mucho que escudriñar, solo los restos romanos como el Odeón y el Teatro son dignos de admirar, así con la Ciudadela de Jebel al-Qal´a, desde donde las vistas del complejo urbano, nos da una idea de la ciudad color ocre que ha ido creciendo a su alrededor. Fundada por los amonitas en el 1.200 a.C., si bien su antigüedad puede relatarse desde los tiempos neolíticos de 6.500 años a. C., fue construida como Roma sobre 7 colinas y por ella han pasado asirios, persas, griegos al mando del Gran Alejandro, romanos y árabes.

Solo merecen ser recorridas sus calles Al-Muhajereem y Quraysh, próximas al mercado de frutas y verduras, en sus inmediaciones podremos buscar el restaurante Cairo, de consumo autóctono, donde por primera vez pudimos observar con que maestría una mujer completamente vestida de negro, conseguía comer sus alimentos con el velo que le cubría completamente la cara, la cual en ningún momento de nuestra insistente curiosidad pudimos admirar. Ascendiendo hacia la Ciudadela por la calle Al-Shabsogh, en la esquina con Mazhar Raslan encontramos una pastelería en donde somos textualmente “regalados” con unos exquisitos pastelillos .......... pastel, pastel; pastel es la constante de este viaje, por todas las aldeas, por todas las ciudades, en cada calle, en cada esquina, encontramos estas tiendas a donde nuestros ojos nos fuerzan a entrar...................sobre todo a uno de nosotros.

Tres sitios de interés nos traen fundamentalmente a esta tierra: Gerasa, Petra y Wadi Rum, de los dos últimos tendréis referida cuenta en sendos artículos que pronto podréis descubrir en este blog.

Gerasa la “Pompeya de Oriente Medio” es la ciudad romana que más me ha impresionado de este viaje, su situación aprisionada por la ciudad nueva desmerece al contrastarla con Palmyra o Apamea que brillan por si solas en su aislamiento, pero sus restos son comparables, siendo sus ruinas en muchos casos superiores a ellas. Un día de lluvia nos trajo hasta aquí y esos grises cielos reflejados en sus piedras hasta parecían contarnos su historia; dos teatros, hipódromo, una impresionante calle principal (Cardo Maximus) repleta de columnas, baños, asombrosos arcos triunfales como el de Adriano, templos, iglesias, pero sobre todo una plaza oval columnada única en su genero que conforma el Forum, símbolo e identidad de esta singular ciudad, una de las urbes que integraron la Decápolis. Pasear entre sus columnas casi en la soledad sobrecoge por la magnitud de sus edificios y la calidad de sus trabajos; están sin completar sus excavaciones, solo un 10 % ha sido descubierto, inmensos espacios están todavía sin tocar por las manos de los arqueólogos, parecemos miniaturas en un decorado real de lejanos tiempos, somos parte de un pasaje urbano de hace mas de 2000 años.

Desde aquí partimos dirección poniente dirigiendo nuestros pasos hacia el valle del río Jordán, cruzando por debajo de la fortaleza de Ajloun, aquí se nota que la influencia de visitantes forasteros es mas escasa, hasta podríamos decir que inexistente; las carreteras, las aldeas, los comercios y hasta los precios están acordes de esa falta de viajeros foráneos. El Jordán se convierte en un fértil y productivo valle, paisaje que lo hace casi único en todo el país, lo recorremos hacia el sur hasta el Mar Muerto, mientras vemos como el atardecer da paso a la noche, en la que llegamos a población de Madaba.

Situada a 35 km. de la capital y a 18 del aeropuerto internacional, Madada tiende con el tiempo a convertirse en el lugar de recepción de viajeros más importante de todo el país, lugar ideal para crear base en contraposición con Amman y una buena ubicación para visitar el norte y sur del país.

Llamada la “ciudad de los mosaicos” por la importancia que de estos podremos hallar en ella de la época Bizantina y Omeya, es un importante centro cristiano y de peregrinación. En la iglesia ortodoxa de San Jorge se encuentra un famoso mosaico-mapa del siglo VI, del que se conserva solo un tercio de lo que fue, algo decepcionante me pareció para lo que había leído sobre él, pero ya se sabe que muchas cosas de las que se leen, se las idealiza y luego causan en nuestro interior una sensación decrepita, aunque su visión es obligada, pues en él está el primer atlas en mosaico de Palestina, el más antiguo de Tierra Santa, en el centro del mismo encontramos un mapa de gran precisión, en el que podemos distinguir desde Egipto al Líbano, el Delta del Nilo, el mar Muerto y Jerusalén en el centro de la imagen.

Pasear por la tranquilidad de sus noches, antes o luego de una estupenda cena en el restaurante Haret Jdoudna, que nos fue recomendado por unos jordanos católicos que encontramos la noche que llegamos, ubicado la céntrica calle Talal, próximo a la iglesia de San Jorge, sin duda el mejor restaurante de la ciudad, es un relajo después de todo un día de intenso ver y escrutar sitios, lugares y gentes.

El Hotel Mariam en la calle Aisha Um Al Mumeneen a unos 800 m. del centro, está muy bien para alojarse unos días y también en la misma calle un poco mas abajo, el Hotel Rumman con mejores habitaciones, más nuevo, prácticamente recién inaugurado, con un trato por parte de Yanal cordial e inmejorable, es el que recomendamos a todos los que visitéis esta ciudad.

No quiero seguir el recorrido sin mencionar un curioso hecho, salíamos de Madaba al atardecer en dirección oeste, buscando un buen lugar para poder fotografiar la despedida del sol sobre el estado de Sión, con el Mar Muerto a sus pies, se nos hacia tarde y el sol iba en su adiós más rápido que nosotros, en la pequeña aldea de Main nos tuvimos que desviar para no perdernos el magnifico espectáculo; mientras nuestros dedos intentaban rescatar imágenes para recordar en el tiempo, unos lugareños, hombre y mujer, que imaginamos fueran matrimonio, en esa edad en la que se está entre la madurez y la vejez, se nos acercó a saludarnos con una enorme sencillez y amabilidad, chapurreamos con ellos los consabidos: somos de España y que hermoso atardecer; en un momento de la corta charla, el señor con una placidez que su cara reflejaba, nos invitó a su casa para que pudiéramos tomar un café, nuevamente nuestro corto espíritu rechazo su convite, nuevamente perdimos la oportunidad de conocer mejor sus rostros, esos rostros que la edad hace que comuniquen mas que las palabras; pero si que ese instante ha quedado reflejado en mi mente, mucho mejor que las imágenes tomadas aquel atardecer en Main.

A 9 km. de Madaba se ubica el Monte Nebo, mítica loma donde las “sacras escrituras” nos cuentan como Moisés reveló a los hijos de Judea la “tierra prometida”, a la que él nunca llegaría. Profeta no se si seria, pues yo receloso soy sobre esas cuestiones, pero listo si que lo era, después de recorrer guiando a su pueblo durante ocho años desde su salida de Egipto por tierras totalmente áridas y desiertas, descubrió desde el Monte Nebo, en la lejanía, el fértil valle del Jordán, único lugar productivo que se encontró en todo su periplo, anunciando a su pueblo que esa era la tierra deseada por su Dios. En los alrededores del monte dicen que se enterró su cuerpo, hoy podemos visitar sino están en proceso de restauración, los restos de una basílica en donde unos hermosos mosaicos nos resarcirán de la visita a este lugar de peregrinaje.

Un fragmento del Deuteronomio (34: 1-8) comenta este hecho:
Subió Moisés de los campos de Moab al Monte Nebo, a la cumbre del Pisga, que está enfrente de Jericó; y le mostró Jehová toda la tierra de Galaad hasta Dan, todo Neftail. Y la tierra de Efraín y de Manasés, toda la tierra de Judá hasta el mar occidental; el Neguev, y la llanura, la vega de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Zoar. Y le dijo Jehová: Esta es la tierra de que juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré. Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasaras allá.
Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy. Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor. Y lloraron los hijos de Israel a Moisés en los campos de Moab treinta días; y así se cumplieron los días del lloro y del luto de Moisés.
Partimos por el “camino de los reyes”, esta ruta histórica se extiende desde Damasco y Ammán hasta Aqaba, nos conduce por los monumentos históricos-bíblicos, donde se asentaron nabateos, romanos y bizantinos, con fortalezas del tiempo de los cruzados y lugares de vigilancia. En Umm Ar Rasas (Mefaat) visitamos sus ruinas, especialmente la iglesia de San Esteban, que datan del 718 d.C. Están muy bien conservados y se podemos observar a la perfección la representación en mosaico de las quince principales ciudades de Tierra Santa. Es uno de los más importantes y conocidos de Jordania, revelando la intensa actividad vivida por la comunidad cristiana en la ciudad durante el periodo bizantino-omeya.

Desde aquí continuamos hacia Wadi Mujib, un abismo, una hendidura de 4 km de ancho, mil metros de profundidad y 70 km. de largo, un gran valle que corta el país en dos, desde el desierto hasta su desembocadura en el Mar Muerto, convirtiéndolo en una frontera natural entre norte y sur, en sus proximidades se encuentra el trazado de una calzada romana, se trata de una de las calzadas ejecutadas por Trajano tras la anexión del reino nabateo. Esta enorme grieta fue creada por el movimiento de la corteza terrestre. En los tiempos bíblicos esta fisura llamada Arnón, marcaba el confín entre las tierras de dos pueblos, encarnaba la linde: el norte de ella correspondía a los moabitas, el sur a los edomitas y mas tarde a los nabateos.

Tras pasar la legendaria ciudad cruzada de Kerak (Al Karak) la cual no nos causo una gran sensación, pues ya habíamos admirado fortalezas de mayor dimensión, llegamos ya en noche cerrada a la aldea de Dana, de origen otomano fue abandonado por sus habitantes hace una generación, hoy esta en fase de reconstrucción, dedicado al turismo de naturaleza, cenamos y dormimos en el Hotel Tower, contratando un guía para el día siguiente que nos condujera durante una caminata por los barrancos de Al-Barra, en medio de la Reserva Natural y aun siendo un paisaje aspero es mucho más verde que todo lo que hay alrededor.

Este territorio protegido tiene uno de los más asombrosos paisajes de Jordania, ocupa desde la montaña Sharaa en el norte a 1800 metros de altura, hasta las colinas de arena de Wadi Araba, que se encuentran a nivel del mar, La Reserva de Dana creada en 1990 está compuesta por una cadena de valles y montañas, que abarcan desde la parte superior del valle de Rift hasta la parte inferior del desierto de Wadi Araba.

Después de visitar Petra y recorrer Wadi Rum llegamos hasta Aqaba al sur del reino Hachemita, puerto del mar Rojo, la ciudad mas occidentalizada de toda Jordania y posiblemente de todo el Medio Oriente árabe, comentan que sus fondos marinos son muy reconocidos por los submarinistas, pero no encontramos muchas cosas de interés y partimos dirección norte, esta vez camino del Mar Muerto por la desértica zona del Wadi Araba, literalmente pegados al estado de Sión (Israel), en donde somos vigilados a través numerosas torretas militares durante todo nuestro recorrido.

Hacemos una parada en la desembocadura del Wadi Mujib, donde somos informados que hace una semana ha sido cerrado el camino por el siq (cañón) que pensábamos recorrer, al haber comenzado la época de lluvias.

Dedicamos un día para recorrer las fortalezas del desierto que se sitúan en la carretera que parte de Amman camino de Irak, en donde visitamos tres de ellas: la primera que vemos es Qasr Kharaneh, un fuerte romano transformado durante los siglos VII y VIII en caravansar. Unos kilómetros mas adelante está Qasr Amra el mas interesante de todos, no solo por su original arquitectura, en su interior conserva unos frescos de la época del califato Omeya, en uno de ellos esta representado entre otros nuestro ultimo rey godo Don Rodrigo, también hay una interesante pintura que representa el zodiaco.
Por ultimo nos dirigimos a Qasr Azraq, sin duda el menos vistoso por encontrarse en medio de la ciudad que ha ido creciendo en medio del oasis, fue una importante parada en tiempo de las caravanas. Construido en piedra basáltica es un verdadero fortín que Lawrence de Arabia utilizó como cuartel general en 1917 durante la guerra árabe-turca, también aquí visitamos la Reserva Natural de Azraq al-Shishan, un humedal donde se protegen distintas especias animales, mantenida con fondos franceses, pero con la mala suerte de que todo el carrizo se había quemado por descuido unas semanas antes de nuestra llegada, el paisaje era totalmente desolador.

Y como andamos por tierras bíblicas, en el Génesis, que por cierto se le atribuye su autoría a Moisés, Dios dijo después de crear el mundo............. que el ultimo día descanso, ................ nosotros le hicimos caso y dedicamos ese día a baños en el Mar Muerto y la noche a mas baños en el balneario de Main. Hammamat Ma’in es recomendable desde todos los puntos de vista y mas para terminar un magnifico viaje. Situado en un angosto valle no muy lejano del Mar Muerto camino de Madaba, las fisuras subterráneas de lava calientan el agua hasta alcanzar los 65°C, a medida que desciende por el valle antes de alcanzar el río Zarqa, aquí encontramos 109 fuentes termales frías y calientes, formando cascadas que terminan en unas piscinas naturales, donde nuestros cuerpos se resarcen de cualquier castigo y hasta de la maldad. Un lugar poco visitado por foráneos, en donde se puede masticar la realidad del gusto de las gentes de este país, en el que el rey Herodes tuvo una residencia de placer.

Espero os haya interesado.

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