miércoles, 13 de octubre de 2010

- Delta del Orinoco..............la tierra de los Waraos (Venezuela)

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¿Qué me trae a estas tierras 500 años después de que el primer Europeo se acercase a ellas?............. intuyo que venir a estos lugares, es por la pretensión que todo humano tenemos de escudriñar lo que nos es diferente, de recorrer espacios, conocer gentes y tierras distintas, de ver con nuestros propios ojos lo desconocido; aunque ya imágenes de todo el planeta las podemos ver por este magnifico medio que es Internet. Pero aun así nos faltan las sensaciones, los colores reales, los tiempos y hasta los olores con los que siempre somos regalados al acercarnos a lugares lejanos y dispares, de los que a diario tenemos en nuestra próxima y monótona cotidianidad; serán entonces estos elementos los que me han traído por aquí,.......... a tierras americanas.

Ya hace tiempo que tenia ganas de acercarme a estas latitudes tropicales, mas de 35 años han pasado de cuando tuve por primera vez referencia de estos parajes a través de Félix Rodríguez de la Fuente, por su serie televisiva “La Aventura de la Vida” durante su viaje al Cerro Autana en diciembre de 1973. Años mas tarde tuve noticias de ascensiones a otros Tepuis por parte de alguna que otra expedición, y por ultimo la invitación, que no pudo ser, de mi amigo brasileño Marcio Tosi para descender el Amazonas y subir después al Roraima Tepui. Por fin he logrado que todos esas llamadas en el tiempo se pudieran ahora hacer realidad, que mis botas patearan esas tierras y mis sentidos se llenaran de todo lo que esta enorme fuerza de la naturaleza nos muestra en el interior de un país como Venezuela.

Con estas notas comienzo una serie de artículos a través de los cuales intentare relatar lo vivido en aquellas tierras, que por su singularidad y grandeza destacan sobre otros lugares de nuestro gastado planeta. Ocho trayectos en aviones y avionetas, doce recorridos en lanchas, canoas o curiaras, seis itinerarios en todo terreno, cuatro en automóviles, dos de ellos en un pomposo Ford Lincoln del 92 y seis rutas a pie, alguna de ellas de intensidad, han sido necesarios para poder conocer estos sitios llenos de un encanto único. La grandiosidad de Venezuela, la dificultad de sus vías de comunicación y las distancias entre ellas, hacen necesario la utilización de trasportes poco convencionales para movernos por este país. Desde esta pagina quiero agradecer a Luis Guillermo y Mary de Adrenaline Expeditions, por su esfuerzo en conseguir que nuestro periplo fuera lo mejor posible y que su trato personal se acercase incluso a sentirnos con ellos como en familia, recomendando a todos los que estéis interesados en recorrer estos lugares os pongáis sin dudarlo en sus manos.

Siempre intento organizar los viajes de tal manera que los lugares a recorrer sean de menor a mayor interés, pretendiendo conseguir que la sensación al regresar de ellos sea la más intensa posible, por eso plantee como primer sitio a visitar el Delta del Orinoco, pero al recorrer esta inmensidad de agua y vegetación, al conocer a sus pobladores, al ver sus formas de vida y los recursos con los que viven, mis impresiones sobre este lugar se vieron incrementadas sobre las expectativas que de él había obtenido en las informaciones recopiladas, consiguiendo acrecentar de una manera considerable la imagen que de este lugar tenia antes de haberlo recorrido.

El Delta de Orinoco se forma a partir de la unión de los dos grandes ríos de Venezuela el Orinoco y el Caroní, muy próxima a la ciudad de Puerto Ordaz. Comprende un enmarañado laberinto de 40.000 km2, creado por mas de 300 brazos, formando los canales por los que discurren sus aguas hasta el océano Atlántico, tributando un caudal de unos 18.000 m3 por segundo y aportando 10 millones de toneladas de sedimento al océano, añadiendo cerca de 40 metros de nuevas tierras por año y creando en su desembocadura un espacio de unos 350 km. de longitud, para darnos una idea, la distancia aproximada entre Madrid y Zaragoza. Su extensión hizo pensar a los primeros exploradores españoles que se trataba de un mar.

Aunque Cristóbal Colón el 3 de agosto de 1498, durante su tercer viaje, desembarcó por fin en tierra firme americana, en la costa venezolana, por la zona del golfo de Paria, cerca a la desembocadura del Orinoco denominándola Tierra de Gracia, no surcó su río, ni conoció su delta. Fue Alonso de Ojeda en compañía de Juan de la Cosa y Américo Vespucio (de aquí le viene el nombre al continente) quienes en 1499 divisaron su desembocadura. Vicente Yañez Pinzón en 1500 descubrió el Delta, bautizando al gran río como “Río Dulce”. Pero fue Diego de Ordaz comendador de la orden de Santiago, capitán de Hernán Cortés y a la sazón rapiñador de los indígenas mejicanos, quien en 1532 remontó el Orinoco hasta la confluencia con el río Meta, siendo el primer europeo reconocido como explorador del delta, sin embargo sus intenciones eran las de encontrar “El Dorado”, leyenda creada por las informaciones que los aborígenes le habían dado sobre la existencia de una gran riqueza de oro mas allá de la confluencia del río Meta. El 23 de junio de 1532, Diego de Ordaz entro por Pedernales con doce navíos y 400 hombres guiado por un indígena de nombre Taguato; esta expedición después de haber llegado al pueblo de Uriparia continuo remontando hasta cerca de la desembocadura del río Meta, afluente del Orinoco, actualmente en la frontera de Venezuela y Colombia. Se atribuye a Diego de Ordaz la fundación en 1532 de ciudad de Santo Tome de Guayana, cerca de la desembocadura del río Caroní con el Orinoco, próxima a donde se encuentra hoy la actual ciudad de Puerto Ordaz.

Mas tarde en 1561 descendiendo el Orinoco, vuelve a pasar por el delta camino de Isla Margarita, otro personaje singular, Lope de Aguirre, apodado indistintamente El Loco, El Tirano, El Traidor, Peregrino, Príncipe de la libertad o La ira de Dios. Formaba parte de una expedición gobernada por Pedro de Ursúa en busca nuevamente de las riquezas de El Dorado, al no encontrar rastro alguno del legendario territorio, el descontento resultante fue aprovechado por Lope de Aguirre para organizar una insurrección, asesinar a Ursúa y tomar el mando de la expedición, posteriormente se dedica a ejecutar y asesinar a diestro y siniestro, ya sean soldados a sus ordenes, como indígenas pobladores, se le atribuyen 72 muertes, hasta su hija fue estrangulada con sus propias manos. Así mismo declara por escrito su rebeldía al rey español, el ortodoxo, católico y poderoso Felipe II, declarando la guerra al imperio español y proclamándose Príncipe de Perú. Simón Bolívar dejó escrito que la rebelión de Lope de Aguirre fue la primera declaración de independencia de una región de América.

Sobre este extraño personaje os aconsejo la extraordinaria película “Aguirre la cólera de Dios” que Werner Herzog realizo en 1972, basada en el diario escrito por fray Diego Gaspar de Carvajal, que participó directamente en la gesta, siendo este el único testimonio que se conserva de esta demencial aventura, llevando a un grupo de personas, cegadas por la codicia y dispuestas a cualquier traición, a navegar por los caudalosos y peligrosos ríos hasta que se encontraron, cara a cara, con la tragedia.

También Ramón J. Sénder, se sirvió de las notas del fraile para escribir en 1968, La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, en la que de una forma prodigiosa nos narra los hechos protagonizados por el rebelde y paranoico Aguirre.

Pasados 150 años de estos hechos trágicos, llegaron a estas tierras en plan mas sereno los Padres Capuchinos Catalanes, ya no con la intención de encontrar la ciudad de oro, sino la de evangelizar a las culturas indígenas pobladoras de estos dominios y convertirlas en mano de obra productiva, en contraposición de lo que hicieron sus hermanos Jesuitas mas al norte evangelizando influenciados por las teorías Roussonianas.

El jesuita Padre Gumilla, es quien escribe en 1731 “El Orinoco ilustrado y defendido”, la primera descripción de la cultura indígena de los Waraos.

El devenir de las guerras por la independencia frustró el desarrollo de las misiones. El 17 de Mayo de 1817, los dieciocho misioneros capuchinos que se hallaban recluidos en la Misión de Caruachi, fueron lanceados y macheteados y sus restos arrojados al Caroní. Posteriormente, el 16 de Octubre de 1817, el General Manuel Piar fue fusilado en Angostura. Las misiones fueron transformadas en fincas ganaderas, cesando toda su estructura industrial. Terminado así la historia de las misiones capuchinas catalanas.

Los Waraos

Tribus asiáticas penetraron en América por el estrecho de Bering llegando hasta Alaska cuando estos dos continentes aun estaban unidos por un istmo, extendiéndose después hacia el E y el S, camino de las llanuras centrales de Norteamérica. Desde allí se diseminaron a México, Centroamérica y Suramérica, pudiéndose establecer que los primeros asentamientos que se instalaron en territorio venezolano datan de aproximadamente 17.000 años a. C. Es difícil establecer la fecha en que estas tribus se establecieron en bajo Orinoco. No obstante, se asegura que la antigüedad del Warao en el Delta se remonta a unos 17.000 años.

La reciente historia de este territorio la han hecho los indígenas Waraos (gente de las canoas), que según su tradición oral, llegaron al Delta huidos de otras tribus más belicosas, obligándoles a aislarse en estos parajes. Inicialmente fueron pescadores, cazadores y recolectores, posteriormente pasaron a ser agricultores con la introducción de semillas y otros productos desde la isla de Trinidad y de Guyana. Los Waraos continúan siendo parte importante de este espacio, aferrados en su cultura y adoptando nuevas actividades que les proporcionan una mejora económica. Se calcula que actualmente la población de waraos es de unos 37.000 de los cuales unos 30.000 hablan en su idioma.

Su actividad tradicional ha sido siempre la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres, teniendo próximo a su choza un “conuco”, especie de huerto del que también se abastecen. La cultura de estos indígenas sigue ligada a la planta del moriche que les proporciona alimento, bebida, casa y ornamentos. Actualmente, muchos de ellos se han transformado como obreros del campo, prestando sus servicios en fincas agrícolas, o bien en tareas relacionadas con el turismo o la construcción.

Los Waraos han sido paganos durante el transcurso de su existencia, rindiendo culto al sol, la luna, las aguas, a los cuales atribuían poderes especiales. Al comenzar las misiones cristianas sus dogmas se fueron modificando y muchos se convirtieron al catolicismo, pero aun hoy en día siguen vigentes esas creencias, sobre todos en los que viven más apartados de la sociedad. No se puede decir que el matrimonio entre los Warao carezca de formalidad por no existir una ceremonia como tal. No hay un noviazgo previo, la mujer acostumbra a escaparse con la pareja elegida, bajo las sombras de la noche. Los Waraos no son promiscuos por naturaleza, normalmente hacen vida marital solamente con la pareja que han tomado como esposa y normalmente lo hacen muy jóvenes, especialmente la mujer que en la mayoría de los casos contrae matrimonio en su etapa de pubertad.

La muerte para ellos es considerada en dos aspectos: como un hecho natural (si se produce durante la vejez) o como intervención de espíritus que hacen daño a las personas. El rito de la expiración se hace en la actualidad mediante enterramiento, pero antes se colocaba el cadáver dentro de una urna, esta se llevaba a un lugar fuera del poblado o se dejada en la misma casa del muerto sobre estacas a un metro de altura, en este caso la vivienda era abandonada totalmente.

El recorrido

La inmensidad de estos parajes se nos hace mas acusada al adentrarnos en su interior, dentro de él es donde notamos la enormidad de este territorio, el agua es todo, aun lo que parece tierra firme también está en gran parte inundado. El agua es su sistema de comunicación, el agua es el elemento que les da vida, el agua regula su clima, el agua mantiene su vegetación y el agua modela la multitud de canales, que han conformado semejando a Venecia, el nombre del país, Venezuela.

Habiendo salido temprano de Puerto Ordaz, comenzamos nuestro recorrido desde la aldea de San José de Buja, aquí nos introducimos en el liquido elemento, del cual prácticamente no saldremos hasta varios días después con nuestra partida, recorremos los caños sorprendidos por la vegetación que observamos a nuestro rededor, en donde de forma mimética se esconde una abundante y variada fauna. Caño Buja se convierte en nuestra principal autopista fluvial y el Orinoco-Eco-Camp nuestro refugio, desde este campamento bien situado, en el que encontramos la acogedora austeridad de sus instalaciones, partiremos a los recorridos por los brazos acuáticos del Orinoco; por las mañanas antes o después de tomar el desayuno en una curiara a remo (canoa elaborada a mano vaciando un tronco y dándole forma de piragua), recorriendo en silencio los canales, solo acompañados por los ruidos de la selva que a esa hora se esta despertando, rompiendo sutilmente a nuestro paso el espejo que las tranquilas aguas forman a nuestro alrededor. Posteriormente ya en lancha a motor, descubrimos por el caño Nanarima, en dirección a Río Tigre, una parte de sabana despojada de la vegetación selvática que nos había acompañado durante toda la ruta, aquí en la mas absoluta soledad encontramos unas construcciones, se trata de una granja de búfalas, las cuales dedican su leche a la producción de queso, allí me encuentro con un joven y nuestras palabras se cruzan, me dice que le encanta su trabajo y que le gusta vivir en ese lugar, que no hecha de menos los sitios habitados y que solo los fines de semana abandona el lugar para ir a San José de Buja a pasar el rato, me comenta, siempre con una agradable sonrisa en sus labios, que aquí nunca le falta comida, pues el dueño se encarga de mandársela y siempre hay, con él viven un viejo y una chica joven madre de dos hijos, que al parecer es una de las esposas que tiene el propietario de la granja, un señor ya mayor que no vive con ellos. Comienza a atardecer, mientras probamos el queso y tomamos un te, el cielo se convierte en un espectáculo adornado con toda la gama posible de tonos azules, las nubes, en la despedida del Sol nos regalan unas imágenes únicas que no solo las cámaras de fotos recogen, también nuestros sentimientos.

Al día siguiente navegamos rumbo Este, camino de Caño Buja para desviarnos a Caño Danto, hoy haremos a pie un corto recorrido por la selva, Antonio nuestro guía warao, nos introduce por un enrevesado maremagnum de vegetación, todo esta prácticamente encharcado, aquí nos enseña algunas plantas y su utilidad, como conseguir agua de ellas y las características de otras para usar como medicinas, como alimento o también como detergente. De la nada, los waraos con unas simples hojas confeccionan una cesta, hacen un vaso o un envoltorio. Nos muestra el moriche, árbol sagrado y proveedor del warao, de él toman sus frutos, sacan almidón, hacen guarapo (una bebida) y extraen su fibra, que luego lavan, secan al sol y la hilan para dedicarse a tejer sus hermosas cestas y las resistentes hamacas. Una experiencia es probar los gusanos del moriche, son blancos, gruesos y de unos cuatro centímetros, tienen un sabor parecido al coco. Una vez que derriban la planta, dejan el tronco en el suelo y al mes ya pueden sacar hasta un kilo de gusanos, proporcionándoles proteínas y grasas, comiéndolos crudos, vivos o también fritos.

Al regreso desde la selva, en la canoa algunos intentan pescar pirañas y hasta lo consiguen, nos servirán para cenar. Ya camino de retorno al campamento el cielo se cubre y barrunta tormenta,........ ya creo que si, justo al instante de desembarcar, se pone a llover,............... y de que manera. Escampa ya en la tarde y volvemos a salir para intentar ver atardecer desde unos de los caños próximos, el cielo esta gris y aun llueve un poco, la lancha recorre solitaria a media luz el canal, sus aguas son de nuevo espejos que nos reflejan la realidad de la selva, pero con otra luz, mas oscura, mas serena, mas tranquila. Paramos en la intersección de dos caños para intentar captar ese momento de la puesta de sol, pero este hoy no se ha dejado, como contrapartida somos regalados por otro momento mágico, dos niñas warao salen de su choza en la orilla del río y se acercan en una pequeña curiara hacia nosotros, casi no hay palabras, solo miradas y sonrisas, vienen a ver si les podemos dar algo de gasolina, pero se entretienen un rato con nosotros, a lo lejos están los suyos en la choza, el humo de su hoguera indica que preparan la cena, creo que el conocimiento del castellano que tienen es muy limitado, pues contestan con dificultad a las preguntas que les hacemos, nos tocan y las tocamos, unos chicles y un poco de refresco es el regalo que les podemos dar, ellas nos han regalado su presencia y su sonrisa.

Amanece de nuevo, hoy desayunamos muy temprano, queremos visitar los asentamientos waraos que Antonio nos había comentado la noche anterior y no están cerca, partimos por el Caño Buja camino de Caño Mánamo, el mas grande de toda la zona, que llega hasta la desembocadura en el Atlántico. En la orillas vamos observando aisladas construcciones de chozas “janokos” en donde los waraos tienen su hábitat y forma de vida, en gran mayoría idénticas a las de sus antepasados, levantadas con troncos de madera y techos a dos aguas cubiertos de hojas de temiche (palmera), abiertas completamente al exterior sin ninguna pared que las proteja, ubicadas generalmente en las orillas del río y levantadas sobre palafitos, de tal manera que el piso quede siempre por encima de las mareas marinas que hasta aquí llegan, son de lo mas simple, un solo habitáculo donde cohabitan todos los miembros de la familia, donde cocinan y duermen, eso lo hacen en hamacas que por estas latitudes llaman “chinchorros”, elaborados por las mujeres mediante un laborioso proceso con la fibra del moriche (palmera). En el piso hay grandes fogones para cocinar, protegiendo las maderas con una capa de barro. El río les sirve de comunicación, de él sacan el agua y el resto de sus necesidades esta en la selva, en la cual están inmersos.

Durante nuestro recorrido seguimos viendo estas gregarias construcciones a uno y otro lado del caño, hasta que llegamos a Yabinoko una pequeña agrupación de janokos que forman una diminuta aldea, mas adelante pasamos por Boca Tigre (Tobe Aroko), apenas media docena de cabañas y entramos en Caño Mánamo que aquí se muestra en toda su inmensidad, hasta 800 m. llega atener de ancho en algunos de los sitios. Mas adelante descendemos y visitamos el núcleo de La Culebrilla compuesta por unas 40 familias y cuya comunidad esta especializada en la confección artesana de cestería, aquí podremos adquirir chinchorros de moriche, así como pulseras y collares que venden la niñas waraos, un lugar interesante de visitar y la más organizada de todo el Delta, los indígenas están comenzando a sembrar tirite, lágrimas de San Pedro y otras fibras usándolas en la artesanía para que esta sea sostenible.

A una media hora esta la comunidad de Winamorena, pero ya se nos hace tarde y tenemos que regresar porque finaliza nuestro recorrido por el Delta, no sin llevarnos una sensación agradable de estos lugares y sobre todo de sus gentes, los indígenas Waraos, que aun en el siglo veintiuno y pasando por delante de sus casas lo que entendemos nosotros por “modernidad”, siguen manteniendo en gran parte una vida en común con la naturaleza, orgullosos de mantenerla y felices del medio en el que residen.

Desde aquí quiero enviar un especial agradecimiento a Antonio y su hijo Jesús, indígenas Waraos, por su compañía y enseñanzas.