martes, 14 de julio de 2015

- Río Kunene……..la tierra de los Himbas (Namibia)

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Camino del norte namibio; para encontrarnos con el rio Kunene en la frontera con Angola; transitamos por un terreno menos yermo que el hasta ahora recorrido, pero con la aridez también como compañera de viaje. Esta zona del país es una de las regiones menos visitadas de Namibia, y el territorio donde más fácil se pueden localizar la mayoría de las etnias nativas que habitan el país. 

Pasamos por Opuwo (que en el idioma de los hereros significa "suficiente para mí"), capital y ciudad más importante de la zona, lugar donde abastecerse y como casi todas las que no tienen origen colonial algo caótica, desordenada y polvorienta; con un interesante mercado local y dos modernos supermarket. Es aquí donde tenemos el primer contacto con las mujeres "himbas", y donde les compramos las primeras pulseras, afamadas en muchos lugares. Vemos a las bien vestidas mujeres "herero" paseando por sus calles con su característico tocado sobre la cabeza. Los Herero son una tribu de pastores que llegaron a Namibia hace unos 350 años desde el este africano, asentándose en las proximidades del río Kunene, en donde actualmente habitan unos 100.000. Lo que más les caracteriza y la forma de distinguirlos son los elegantes trajes tradicionales que llevan las mujeres, ataviadas con vestidos victorianos, así como un enorme y curioso sombrero con dos puntas laterales (representando los cuernos de las vacas, animal muy importante para la vida y sustento de los Herero). 

Desde Opuwo hasta Epupa Falls (Cataratas de Epupa) en el rio Kunene, hay más de tres horas de sinuoso y derrengado camino, unos 200 km. por pista de polvorosa arena, pero afortunadamente en buen estado. Durante el recorrido pasamos por humildes poblados y algunos bosquetes de baobabs, el árbol legendario y mágico de África, sobre el existe una curiosa leyenda sobre su origen: "Al comienzo de los tiempos, cuando la creación del mundo, los dioses entregaron semillas a todos los animales para que las sembraran. Siendo las del baobab las ultimas en repartir, que además se las dieron a las hienas. Estas, enfurecidas por haber sido las postreras optaron por plantarlas al revés, de ahí la sensación de que los Baobabs tienen en su copa las raíces". 

El río Kunene (que en el idioma tribal angoleño significa “lado derecho” refiérenosle a la ubicación de la margen del rio), separación natural y frontera entre Namibia y Angola, fluye desde las sierras del sur de la antigua colonia portuguesa, circulando a través de más de mil kilómetros en dirección a poniente, hasta morir en el océano Atlántico, justo en la frontera septentrional de Skeleton Coast (Costa Esqueletos).  

Cataratas de Epupa
De todo el casi intacto y extraordinario cauce del río Kunene, destacan por su fuerza y originalidad las Cataratas de Epupa. Una vigorosa corriente salta desde una altura de treinta y cinco metros hacia el interior de una estrecha y rocosa hendidura, que rodeada por islas colmadas de baobabs, forman potentes remolinos. Situadas en la norteña región namibia de "Kaokoland", que definida por su abrupto relieve y árido paisaje, contrasta con la línea de verdor que el río genera, siendo estas cascadas y la riqueza natural de su entorno los componentes de ser el principal foco de atracción de toda la zona, y punto de reunión de los viajeros que hasta estos apartados territorios se aventuran.  

Su lejanía, y el tiempo dedicado para llegar hasta ellas, las hacen no muy conocidas y poquísimo transitadas comparado con otros lugares de este país, y aun no siendo equiparables con las Cataratas Victoria del Zambeze, tiene su espectacularidad.  

En esta zona, el río se ensancha para albergar algunas pequeñas pero hermosas islas, no siendo extraño ver cocodrilos en sus proximidades. Es tal la autenticidad del lugar que es aconsejable pasar alguna noche dormitando junto a ellas, pudiendo acampar a su orilla, a escasos metros de su desplome. Los atardeceres desde este lugar, trazando asombrosos y coloridos tonos sobre sus tumultuosas aguas, son simplemente hermosos, y la compañía de una serena tranquilidad, un merecido regalo añadido.  

Desde allí es posible hacer pequeños trekkings o paseos a las contiguas montañas para ver la puesta de sol, o recorrer su cauce rio arriba o rio abajo, para comprobar todo su esplendor, pudiendo observar durante estos recorridos cocodrilos, monos y diversas fauna silvestre, sobretodo en la orilla Angoleña. Pudiendo así mismo disfrutar de un corto pero interesantes i intenso descenso en balsa neumática (rafting), que completara nuestra visita. En la noche y como único aliciente lúdico, podemos acercarnos al bareto que nos dio a conocer Wesou, a tomarla y a jugar al billar con los nativos. 
 
 
Un entretenido rafting entre aguas surcadas por cocodrilos, sugestivas puestas de sol y visitar a las tribus "himba", completan unas genuinas jornadas por estas tierras fronterizas. 

Los Himba
Temprano en la mañana, y pertrechados por algunas vituallas (un saco de harina, algunas legumbres y café) en señal de agradecimiento por ser bienvenidos a su aldea, partimos para acercarnos a visitar el poblado himba de Omuramba. A algo menos de una veintena de kilómetros retornado la pista por la que accedimos a las cataratas desde Epupa, una desviación a la izquierda de apenas un kilometro nos deja a las puertas del cercado de ramas espinosas que a modo de empalizada rodea el lugar, donde esta humilde etnia ubica sus cabañas. Parecía vacía a nuestra llegada pero al poco sus gentes y chiquillería comenzaron a salir de sus chozas y correteando por entre nosotros. 
 
De las once tribus existentes en Namibia que cohabitan con una minoría blanca poseedora de más de a mitad de las tierras, la más singular de todas es la de los himba. Único grupo étnico de todo el país que aun mantiene sin cambios la mayor parte de su cultura, tradiciones y el estilo de vida que tenía hace siglos, sobreviviendo a las guerras y sequias en uno de los climas más extremos y áridos del planeta. Asentados unos 12.000 de ellos en la zona namibia de sur del rio Kunene, aunque la mayoría, alrededor de 25.000 viven en la su parte norte, en la vecina Angola. La región que ocupan es totalmente autónoma, estando directamente gobernada por ellos, a quienes el gobierno ha cedido el control. Esta tribu lo regula todo, desde el reparto de tierras cultivables hasta el tránsito de viajeros por este territorio. 

Se cree que los himba proceden inicialmente de las tierras del sur de Sudán y Etiopia, pero presionados por otras tribus que les forzaron hacia el sur, se fueron desplazando a partir del siglo XVI con sus manadas de ganado por las regiones de los grandes lagos, atravesando el actual Zambia y el sur de Angola, hasta estas llegar a estas zonas ribereñas del rio Kunene. Sus rasgos claramente nilóticos: de cuerpos altos, esbeltos y esculturales, así lo confirman. Tras la sublevación de los "herero" en 1904 y la posteriormente represión alemana, se vieron obligados a abandonar sus tierras; no siendo hasta 1920 cuando volvieron a recuperar parte de ellas.  

Los himbas, que actualmente viven entre la tradición y la "modernidad", siguen siendo un pueblo de pastores seminomadas, que aproximadamente cada tres meses cambia la ubicación de su poblado "onganda", yendo hacia otras zonas donde mantienen construidas otras cabañas a la espera de su periplo.

Reconocidos por su porte y belleza, los himba son personas altas, delgadas y esculturales. Todos sus miembros hombres, mujeres y niños van engalanados con múltiples collares de cuentas, pulseras, aretes y cinturones raros y llamativos. La imagen es importante para ellos y la preservan con celo, es por ello que las mujeres lucen con esmero esos colores tan peculiares de esta tribu. Tanto hombres como mujeres, visten poca ropa que en general es de cuero curtido, estando confeccionadas las cortas faldas de las damas con pieles de cabra. Sus abalorios están convirtiéndose en artículos de valor comercial, comenzando a reportarles pequeños recursos monetarios a través de su venta. 

La tarea del hombre es el cuidado de los rebaños, el pastoreo y la caza de animales; estando prácticamente ausentes del poblado, al que regresan, mas o menos, una vez a la semana. Siendo también ellos los encargados de construir las chozas, a base de palos y paja recubiertos con excrementos de animales. Es la mujer sin embargo, la que decide en el caso de conflictos o disputas y la que determina lo que hay que hacer. Su tarea es mas agrícola, permaneciendo en aldea y cuidado las pequeñas plantaciones que se encuentran en sus inmediaciones; también la encargada de los hijos y del fuego. Se levanta muy temprano, sobre las cuatro de la mañana, dedicándose a elaborar sus "cosméticos", tardando horas preparándolos para engalanarse, y una vez cumplido con su aseo y arreglo personal, enciende el fuego.  

Los cuerpos de sus mujeres, que pese a su ruda forma de vivir, mantienen una piel muy fina y cuidada, están untados de una capa de ocre rojo que les protege contra el sol, el áspero clima del desierto, los insectos y el polvo, creando con ello su característico color rojizo. Sus peinados cabellos están adornados con intrincadas y terrosas trenzas elaboradas con una especie de ungüento llamado "otjize", confeccionado a base de machacar cenizas, manteca animal, plantas aromáticas y el polvo de una piedra rojiza de oxido de hierro que se encuentra por el lugar. Este ritual de acicalamiento, para el cual dedican casi tres horas todos las mañanas nada más levantarse, lo realizan todos los días y durante toda la vida. 

Poderlas observar es un verdadero espectáculo, afamadas por la belleza y por el cuidado de su cuerpo, se adornan con quincallas hechas de huesos, conchas y cueros, dejándose fotografiar con facilidad. La mujer tiene relaciones sexuales muy jóvenes, enseguida de tener su primera menstruación, casándose a partir de los trece años y suelen tener alrededor de cinco hijos. Los matrimonios son arreglados con el fin de difundir la riqueza, para lo cual hay que entregarle a la familia de la novia un número determinado de vacas. Cada miembro de la tribu está unido a dos clanes, a través de la madre "eanda" y del padre "oruzo". 

Su alimento tradicional es el "omaru", elaborado a base de leche de vaca fermentada, un equivalente al yogur que ha terminado por comercializarse; reservando la leche de cabra sólo para los más pequeños. La vaca es el animal más preciado que poseen, siendo su carne solamente utilizada en los grandes acontecimientos o celebraciones. 

El fuego sagrado
Sus hitos más importantes se producen frente al "fuego sagrado" en diferentes ceremoniales, que liderados en estado de trance, por el jefe del poblado al que denominan indistintamente "ovanane", "vomukoko" u "ozoforomama", normalmente un abuelo, siendo así mismo el responsable de las pautas de la aldea. En ellos se le da nombre a los recién nacidos, o se le extraen los cuatro dientes incisivos inferiores a los varones, cuando han llegado a la pubertad. Rito que consiste en arrancárselos a cuajo, con un palo y un fuerte golpe de piedra de la forma más salvaje y sin sedación alguna, todo esto en distinción a las vacas, su animal más venerado, para que su boca se les parezca. Allí es también donde se circuncida a los niños, untándoles en la frente el "andorno", unos viscosos polvos elaborados con la raíz de un árbol, con la intención de protegerles de las desgracias durante su vida, siendo así mismo el lugar donde se celebran los casamientos y los ritos funerarios. 

Para esta etnia lo más importante, después de la relación de colectividad, es la religión. Entre el redil de las vacas y la cabaña principal se puede encontrar una choza hecha de ramas, pero sin recubrir de estiércol. En ella se custodian los objetos más venerados, así como los báculos de los antepasados, pero sobre todo se halla el fuego de los ancestros. Orientada siempre al este (como los ábsides de nuestras iglesias), es un refugio seguro, una resguardo y un escudo para los hombres; lugar ocupado durante el día por el jefe, pero tabú para los extraños y la gente común. Este fuego tiene que conservarse ardiendo permanentemente, y bajo ninguna circunstancias se deja que se apague, pues su extinción conllevaría también la de la misma tribu. El fuego sagrado (omurivo ornayapuke) y una línea invisible que va hasta la casa del jefe, es el espacio más importante para los himba y ningún extraño puede cruzarla debiendo ser muy respetuosos en ellos, pudiendo pasear libremente por el resto del recinto. Junto a ellos, el lugar sagrado de los sacrificios (okuruwo), ocupa el centro de su actividad religiosa, con un característico conjunto de ritos.  

El pueblo himba no cree expresamente en un Dios aunque si lo tienen, denominándole "ndjambi", que también habita en el cielo y está representado por el Sol, la Luna, la lluvia, el rayo, los truenos, como así mismo los Ancestros; siendo las mujeres las encargadas de comunicarse con estos últimos. La primera mujer himba, que nació al caer un rayo partiendo en dos una palmera, se casó con el Sol y tuvo siete hijas que se convirtieron en siete estrellas (siendo este cabalístico número muy importante en las tradiciones y costumbres de este pueblo). 

De entre las pocas funciones religiosas permitidas a la mujer destaca la de conservar el fuego, como sucede en el culto hebraico, en el que incumbe a las féminas el encender la luz del Sabbat la tarde del viernes. La figura de la encargada de mantener este fuego, también ha sido relacionada con la figura de la vestal de la antigua Roma. En ambos casos, el fuego había de ser celosamente cuidado en una casa circular, considerándose un gran infortunio que se extinguiese, augurio de alguna desgracia. Estudiosos de la antropología han buscado similitud entre el fuego de Vesta y el fuego de los himba, observando que la fecundidad parece estar relacionada en todos los casos con el sostenimiento del fuego sagrado, analogía que parece remontarse hasta los celtas, entre los que también el fuego era conservado por las mujeres. 

La interpretación más coherente sobre el mantenimiento de este fuego, al igual que en otras apartadas culturas, es el de ritualizar la utilidad de conservar un fuego perenne, ante el costoso hecho para las primitivas culturas de encenderlo todos los días, cosa que resultaba un arduo trabajo. 

En la actualidad algunos niños van a la escuela, pero esto es un arma de doble filo. Al asistir a clase tienen que abandonar parte de sus costumbres y muchos ya no regresan a la tribu, sino que son absorbidos por el "progreso" como ocurrió con sus vecinos los hereros. Desconociéndose cuál va ser el futuro de esta tribu ya que el Gobierno no parece muy interesado en su permanencia, abogando más bien por su integración en la sociedad actual con la que poco tienen en común.  

Llenos de vida, los críos correteaban entre los excrementos de los animales con los que conviven, pero me fije en los ojos de los miembros de la tribu, sobre todo de sus mujeres y vi en ellos un grado de amargura, entre tristeza y resignación. Muchos de ellos no sonreían, y pocas o casi ninguna vez me ha pasado esto a lo largo de mis andanzas, pues por más humildes que sean las gentes que he visitado, la sonrisa nunca les faltaba en sus labios. Es una pena no poder comunicarse con ellos, esos semblantes de desaliento crearon una cierta incertidumbre dentro de mi ser. 

Al elaborar previamente el viaje y documentarlo, entre las informaciones recogidas de esta etnia, puse como complemento una foto de una atractiva chica himba, sin saber si quiera de donde y cuando era su retrato. Curiosidades o coincidencias de las que ocurren, estaba allí, justo delante mío, con su media sonrisa y con un crío ya en sus brazos, le enseñe la foto y se sonrió ya el completo, me regalo una mirada y de nuevo posó también para mí con toda la tranquilidad del momento y la ocasión. 

Lástima que los himba no puedan seguir escondidos por mucho tiempo. Una productora española de televisión (Cuatro), plasmó en su día un reality show que mostraba la convivencia de una familia española con otra de esta tribu, que aún mantiene la tradición de dejar desnudo su torso. Emitiendo el programa Perdidos en la tribu (2009) de Cuatro Televisión, (canal que nos defraudo enormemente no cumpliendo las expectativas que en el habíamos puesto algunos ciudadanos). Más tarde se los llevaron (2010) a convivir con los "Hamer" del sur etíope, otra etnia aislada y singular, para más tarde trasladar a estos sorprendidos y apabullados seres a vivir en la gran urbe y enseñar sus contrasentidos a través de la "caja tonta"·en: Perdidos en la ciudad (2011). Esta "telerrealidad" o "telebasura" no tiene límites, todo es válido con el fin de la captación de audiencia, habiendo llegado esas ansias de "Share" hasta aquí, cruzando las fronteras de este sereno, acogedor e intenso país que es Namibia y al que todos deberíamos escaparnos alguna vez. 
 
La represa de la discordia
Considerado un recurso imprescindible por las cercanas poblaciones de sus riberas, el rio Kunene es uno de uno de los pocos ríos perennes en toda la región, y uno de los únicos cinco ríos de curso continúo de todo Namibia. Aun ya existiendo la presa de Olushandja, construida en 1990, el gobierno namibio se propuso la construcción de una cuestionada y controvertida nueva represa hidroeléctrica sobre el río en la zona de Epupa, para la generación de energía eléctrica de la que el país es deficitario, abasteciendo de electricidad
un 10% de la población Namibia (no así al pueblo himba). El salto de agua pondría en peligro el ecosistema local y el sustento económico que durante siglos han tenido las tribus himba, uno de los pueblos que mejor pastorean de toda África, limitando su territorio así como el de sus antepasados allí enterrados. Esta enorme presa, por su situación y la climatología, produciría una evaporación equivalente al doble del agua que utiliza anualmente el país, de por si falto de ella y castigado con continuas sequias.   

Es muy probable que el cambio climático, que ya se está dejando notar en nuestra cotidianidad, en estas zonas del Planeta donde se hallan algunas partes más secas de África, aun sea más agudo, aumentando la incertidumbre sobre la generación de energía hidroeléctrica. Hecho que el gobierno namibio ha reconocido "La magnitud y la fiabilidad del suministro eléctrico se verán afectados por el cambio climático a un grado que es actualmente difícil de cuantificar. El país es dependiente de este tipo de energía en dos tercios, pero la variabilidad de su clima puede cambiar hasta 14 veces en un año (estudio hecho por Birdlife International), por lo que la generación de electricidad por medio de recursos hídricos sería imposible en tiempos de la sequía.  

Por el momento, los gobiernos de Namibia y Angola han declarado que van a construir la presa aguas abajo de los Montes Baynes (60 km. al oeste) "tan pronto como sea posible", un proyecto que salva las espectaculares cataratas de Epupa e inundara mucho menos tierra, pero cuyos efectos siguen siendo desconocidos. Decisión sobre la que no se ha consultado a los pueblos nativos de una y otra orilla (Angola y Namibia), que siguen oponiéndose a cualquier proyecto. Los 200 metros de altura de la presa Baynes inundaría 57 km2 de las tierras himba, incluyendo los ecosistemas ribereños críticos y las únicas tierras productivas de este secarral territorio. Los nativos creen que la construcción de la represa destruirá su medio de vida y la cultura que mantienen.  

El gobierno está estudiando proyectos de energía eólica y solar, llevando a cabo algunos programas de eficiencia energética. Pero con una inminente escasez de energía y el deseo de ser menos dependientes de su vecina Sudáfrica (que hasta hace poco ha suministrado la mitad de la electricidad del país), las grandes presas como la de Baynes, continuaran siendo parte prioritaria de su planificación energética.  

Hay un movimiento internacional que apadrina la protección las últimas poblaciones indígenas del mundo en peligro de extinción, que aquí de momento han logrado parar la construcción de la presa en las Cataratas Epupa, por ser territorio de esta tribu cuya actividad económica es la ganadería, pero habrá que estar atento a ver que le deparará a esta zona un futuro no muy lejano.  

………….. en mi memoria
Elevada sobre el terreno, en un primer piso, a orilla de rio y a escasos 70 metros de las cataratas se halla la terraza del bar del camping, donde, después de las actividades diarias y de la cena que nos preparaba nuestro agradable y excelente cocinero Lucky, nos tomábamos con Enric alguna copa de espirituosa bebida, envueltos en la serenidad de la noche, a la luz de unas velas y con el arrullo del sonido del agua despeñándose prácticamente a nuestros pies. 

Fue en esa terraza donde conocimos a una muchacha que lo atendía, era de la tribu himba por sus rasgos, y nos sorprendió al hablarnos en castellano, una enorme extrañeza para nosotros en estas latitudes. Sus ojos también transportaban esa melancolía que ya había visto en las miradas de las mujeres que habíamos visitado en la mañana durante el recorrido por la aldea himba, pero esta sí que pudo trasladarnos en parte su desánimo al poder comunicarnos con ella. Nos interesamos por como conocía nuestro idioma y nos dijo que
había estado trabajando en España, la preguntamos que si había sido bien tratada en nuestro país, y en su negativa contestación, así como en la expresión de su rostro nos traslado un grado de amargura. Me vino a la mente, que su infortunio podría haber sido por su doliente respuesta, la de muchas de esas muchachas de tez negra, que engañadas con la oferta una vida mejor a la de su entorno natural, las traen hasta aquí, para ser explotadas sexualmente. Tal como las hemos podido observar apoyadas en los arboles de la Casa de Campo, en los alrededores del Parque de Atracciones en Madrid, ofreciendo sus servicios a los míseros conductores que hasta ellas se acercan, buscando un polvo barato en el interior del vehículo. Esta chica, de rostro surcado por algunas cicatrices de maltrato, nos comentó que estuvo en Barcelona, no comentándonos nada sobre su laboro en tierras catalanas, pero seguro que por allí, por tierras "culés" también hay arboledas en las salidas de la ciudad, donde infelices automovilistas buscan satisfacer módicamente sus necesidades carnales. Afortunadamente esta muchacha, ha podido volver a su tierra y a sus gentes, solo deseo que con el paso del tiempo, su mirada recupere la sonrisa y su alma la dicha. 
 
Con ese desasosiego en la noche, nos levantamos temprano para continuar nuestro recorrido por el norte namibio, esta vez en busca del extraordinario Parque Nacional de Etosha…………. con su exuberante y salvaje vida animal.