lunes, 7 de marzo de 2016

- Vesterålen…. las islas de la Laponia Noruega

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Nos despiden las islas Lofoten en una mañana fría y gris, tomando dirección este para adentrarnos en el archipiélago vecino de las Vesterålen, a las que accedemos nada más cruzar el puente de Raftsundbrua que conecta las islas Austvågøya (Lofoten) y Hinnøya Vesterålen. Nos siguen acompañando esas siluetas montañosas salidas prácticamente de las marinas aguas de azul frio de estas tierras. Y aunque menos altivas que sus vecinas del sur, a estas horas de temprana mañana están brumosas y gélidas, pero siguen despertando nuestra admiración a través de la ruta que seguimos en busca de la población de Sortland, en el límite oriental de la isla Langøya, la población más grande de las Vesterålen. 

De geografía irregular, las Vesterålen poseen grandes extensiones de verdes prados con fértiles aldeas agrícolas, vigiladas por las atrayentes cimas de las montañas que de color de color negro azulado, y teñidas ahora de impoluto blanco forman un telón de fondo casi permanente en el paisaje que transitamos. 
 
Compuestas por las islas: Hadseløya, Langøya, Andøya, Hinnøya, Tjeldøya, Austvågøya y otras de índole menor, son un conjunto de tierras marinas poblados por personas con una rica historia, donde la presencia "sami" se empieza a notar. 

Los samis (mal llamados "lapones") fueron desde tiempos remotos los habitantes nómadas de estas norteñas tierras de Laponia, una zona que abarca las tierras árticas de Escandinavia desde el norte de Noruega, Suecia y Finlandia hasta la Península de Kola en Rusia, denominado por ellos como Sámeednam o Sápmi, donde habitan desde hace más de dos mil años, sin saber exactamente su origen exacto. Se han dedicado a lo largo de los tiempos a subsistir de la caza y la pesca, hasta que en el siglo XIX se asentaron en zonas más a menos estables para dedicarse fundamentalmente al pastoreo de renos. No siendo reconocidos como pueblo originario de estos lugares, debiendo de estar supeditados a las reglas y leyes impuestas por los estados que ocuparon sus tierras. Una trabajosa lucha durante el siglo XX culminó con el reconocimiento de los samis por las Naciones Unidas como pueblo indígena. No existen estadísticas oficiales de su población, pero se estima que son aproximadamente unas 82.000 personas: 50.000 en Noruega, 20.000 en Suecia, 10.000 en Finlandia y 2.000 en Rusia. 

Sin cruzar el puente que nos llevaría hasta la ciudad de Sortland; anodina ciudad que tuvieron que pintar de azul, pues al parecer carecía de alma y de esa forma le dieron algo de singularidad, apodándola "La Ciudad Azul; nos dirigimos a "Inga Sami Siida" para conocer algo de la cultura sami. Se trata de una granja de renos dirigida por Laila, una corpulenta y risueña dama, que junto con su familia tratan de sacar adelante la cría de estos cérvidos, desde que hace mas de 150 años su familia se trasladó hasta aquí viniendo desde el norte de Suecia. Crianza y posesión de estos animales solo permitida a la población sami. 

Dentro de una "lavvu" (tienda típica sami, parecida a una "tipi" de los indios americanos) y alrededor de una cálida lumbre de abedul, nos va relatando las historias de la cultura y forma de vivir en el pasado del pueblo "sami", sus mitos, la magia del entorno, el pastoreo con los renos, y su vida cotidiana. Además de escuchar cómo nos da la bienvenida con una "Joik" (canción tradicional de sus gentes), nos invita a un agradable y caliente guiso de verduras y carne de reno, que nos entona el cuerpo en este entorno frio y umbrío. 



Más al norte, en la punta septentrional de la isla de Andoya, se localiza la población de Andenes, donde en la época estival se puede realizar con facilidad el avistamiento de horcas, delfines y una gran variedad de ballenas. Y donde además se puede visitar el Whale Safari Museum, donde se encuentra un enorme esqueleto de ballena, así como visitar los cuatro "rorbuer" (casas de pescadores) más antiguos de la ciudad, uno de ellos trasformado en museo etnográfico. En la cúspide de un acantilado se levanta la roja silueta de su inmenso faro, que con sus 42 metros de altura (148 escalones por escalera de caracol) y un potente haz luz alcanza 93 km. de visión, sin duda una panorámica impresionante.

También en dirección norte, pero en la isla Langøya (la tercera más grande de la Noruega continental) nos dirigimos por parajes completamente blancos por la nieve hacia la población de Stø. De camino paramos para admirar la puntiaguda montaña del Reka, que de apenas 605 m. de altitud pero de silueta alpina como si fuera una gran montaña, se ubica al fondo del enorme fiordo Eidsfjorden. También y recorriendo la orilla derecha del vecino brazo de mar de Steinlandsfjorden, con las también hermosas y altivas cumbres del Navarsborrfjellet formando un bucólico paisaje de puro y albo invierno. 

Stø es una aldea de pescadores de apenas 100 almas, situada en el extremo más al norte de la isla. Desde ella nos proponemos recorrer parte del sendero "Dronningruta" o Ruta de la Reina, hermoso re corrido que bien por los montes del interior, o por la orilla de la costa, completa un recorrido circular de unos 15 km. que une los pueblos de Stø y el antaño abandonado puerto de Nyksund. Este último, verdadero paraíso perdido, fue despoblado hace ya años tras de ser destruido por una potente tempestad en los años cincuenta, hoy está resurgiendo poco a poco como refugio de gentes dedicadas a las artes. Desde su dársena podremos observar unas espectaculares vistas del mar abierto. 

Entre nieve y hielo recorremos el trecho costero que nos lleva hasta la playa de Skipssanden, justo para ver desde ella una extraordinaria puesta del sol. Hermosa queda en mi retina y en el sensor de mi cámara, la imagen de la nieve llegando hasta las placidas aguas marinas, quedando las onduladas figuras dejadas por las olas dibujadas en blanco sobre las arenas ocres, un espectáculo único y surrealista para uno que vive en latitudes muchos más bajas que las de estos paisajes nórdicos. El nombre de este recorrido la viene por el paseo que realizo en 1994 la reina noruega Sonia, transitando a través de un magnifico panorama por la punta más septentrional de la isla con el inmenso océano Atlántico de fondo. En realidad se trata de una antigua ruta que en otros tiempos ya utilizaron diferentes personas, incluyendo la partera de Stø, que lo empleaba para asistir a los nacimientos en Nyksund. Siendo este recorrido elegido en 2012 por los lectores de la revista "Friluftsliv" (Aire libre) como uno de los más hermosas caminatas. 

Retornamos en gélida tarde para cruzar la isla Hinnøya, la más meridional de las Vesterålen, la cuarta más grande de las islas noruegas y la mayor de las consideradas como continentales, encontrándose casi dividida en dos partes por los fiordos de Kanstadfjorden y Gullesfjorden. Pudiendo derivarse su nombre de este hecho geográfico, toda vez que en que el vocablo "hinn" en nórdico antiguo quiere decir “partir”, “cortar” o “dividir”. El estrecho de Tjeldsundet, conecta la isla con el continente a través del puente Tjeldsundbrua, de 1007 m. de longitud. Siendo en sus proximidades, prácticamente bajo su sombra nada más pasar el puente y a la orilla del mar, donde nos alojaremos en las magnificas cabañas del "Tjeldsundbrua Camping", donde la noche nos regaló un impresionante baile de "auroras boreales" en el firmamento. 

Tal como para los seguidores de "Ala" es obligatorio hacer un viaje de peregrinación a la Meca, la dinámica informativa y el costumbrismo nos indican unas series de cosas que debe hacer durante la vida cualquier mortal que se precie: plantar un árbol, escribir un libro, tener un hijo………… o hija, tal y como ya nos adelanto Aristóteles hace casi 2.500 años atrás. Pues yo, que ni religioso soy y menos mahometano, y aunque si tengo aprecio por el filosofo griego, añado que nadie debe de pasar su existencia sin vislumbrar este fenómeno estelar de las también denominadas "las luces del norte", que sin ser un elemento extraño en nuestra geografía hispana, pues se han podido observar cuando la actividad solar es extremadamente intensa y con condiciones especiales, en el norte de nuestra piel de toro, sí que son merecedoras de vérselas bailar por encimas de nuestras cabezas con sus intensos encajes verdosos y magentas, trasladándonos sus energías cósmicas hacia lo mas intimo de nuestro ser.



Si bien estas que pudimos observar aquí, no fueran comparables a las que observamos en Qaleraliq (Groenlandia), sí que nos llenaron de gozo y nueva sorpresa, aunque fuera a nueve grados por debajo de los cero. 

Como colofón a la mágica noche, el día nos regala un cielo azul y una luz de trasparecía especial que solo en estas latitudes existe, lo cual aprovechamos para dirigir nuestros pasos hacia el norte, en busca de la ciudad de Harstad el mayor asentamiento humano de la isla Hinnøya con algo más de 20.000 habitantes, hallándose situada a unos 250 km. por encima de la imaginaria línea del Círculo Polar Ártico. Poco antes de llegar nos desviamos para realizar una pequeña ascensión en la nieve hasta la colina de Gangsåstoppen, apenas 20-30
minutos de sencilla caminata hasta su cima, desde la que se divisa una impresionante perspectiva de 360 grados, en la que se incluye la panorámica de la ciudad de Harstad desde la altura. 
 
Ubicada tres kilómetros al norte en la orilla del mar, destaca la medieval construcción de Trondenes Kirke (iglesia de Trondenes), que fue durante muchos siglos la iglesia cristiana ubicada más al norte del mundo. Rodeada de un bucólico cementerio, unas vistas extraordinarias, un museo y un área de recreo, es el lugar que elegimos para realizar el picnic correspondiente, pero con prisas, pues aunque el sol era nuestro aliado, el frio intenso y una suave brisa nos hace huir rápidamente de este encantador enclave. 

Paseamos en la tarde por la nevada y agradable población de Harstad que goza de una estratégica y pintoresca ubicación, además de ser bien acogidos en el "Karma Café" (Strandgata, 12), donde unos calentaron su cuerpo con carajillo y otros lo refrescaron con cerveza. En las cercanías de la población se pueden observar asentamientos históricos, o nos podemos acercar hasta el enorme precipicio kittiwake en la isla de Helløya, para contemplar sus colonias de aves marinas. 

Continuamos nuestro camino ahora en dirección sur camino ya de tierras continentales, hasta las cercanías de la comunidad de Skanland, puerta de entrada (en nuestro caso de salida) de las Verterålen, rica en historia, cultura y población "sami". Pasamos por las cercanías de Evenes situada en la costa norte del Ofotfjorden (fiordo de Narvik), donde su parte occidental (Liland y el área de Evenes) son tierras bajas, mientras que en la parte oriental (Bogen) las montañas ascienden prácticamente desde el mismo fiordo. 

Liland (Lidaláddi) fue el centro neurálgico de toda la zona Ofotfjord, hasta la trasformación de Narvik en el siglo XX como centro de comercio e industria. Junto a la aldea de Bogen y rodeado de montañas está el curioso lago Strandvatnet, un raro ejemplo de lago meromítico, en el que las distintas capas de sus aguas no se mezclan. Durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes encontraron en la bahía Bogen, amplia y bastante profunda, como el lugar perfecto para instalar una base naval, ya que Narvik está a sólo 10 millas náuticas (19 kilómetros) al este. Convirtiéndose este fondeadero en una de las plataformas navales más poderosas de Alemania durante parte de la guerra, siendo una potente amenaza para los convoyes de las fuerzas aliadas. 

En Bjerkvik, población situada tan solo a 33 km. de Narvik, dejamos la carretera E-10 que prácticamente nos ha dirigido por todo nuestro periplo isleño, cogiendo la histórica ruta E-6 que nos conduciría hasta el final del continente europeo en su punto más septentrional el Cabo Norte " North Cape". Entrando en territorio "sami", cruzamos los prácticamente deshabitados territorios de Bardu, básicamente cubiertos de bosques y tundra, el termómetro marca -18º. Hacemos una parada en la perdida localidad de Setermoen para estirar un poco las piernas y tomar algo cálido. Todo a nuestro alrededor está cubierto de nieve, las luces de la población en esta tarde ya oscura, convierten el lugar en algo fantasmagórico e irreal, no hay nadie por sus calles y apenas circulan coches por la blanca y helada calzada…………. que sensaciones generan estas tierras del norte. Pero tenemos que continuar pues aun nos quedan unos 120 km. en estas condiciones para llegar a nuestro destino, el Camp Tamok. 

Unos 70 km. antes de llegar a Tromsø, nos desviaremos hacia un valle arropado por montañas de más de mil metros para llegar en avanzada noche a Camp Tamok, situado al fondo del Lyngenfjorden (82 km. de longitud), el más largo de toda la zona. Magnífico fiordo que se haya protegido por los espectaculares Alpes de Lynges. Siendo en estas aisladas y alejadas tierras, donde en el siglo XIX se instalo el luterano movimiento religioso puritano y ultra conservador "Laestadianismo", prosélito del clerico Lars Levi Laestadius, donde hoy en día aun mantiene una fuerte posición. Siendo su bastión la cercana población de Skibotn, a tan solo 45 km. de donde estamos. 

Es aquí, en el Campamento Tamok, donde las nueve almas que transitamos por estas heladas tierras, pasamos la noche en una cabaña "lavvu" (tipi o cabaña) durmiendo encima de varias pieles de reno, rodeados a una estufa de leña, a la que un par de intrépidos recargaron de abedul a las 4 de la madrugada para que el frio no fuera tan intenso, pues la temperatura exterior rondaba los -12º. Es también una ubicación excepcional para observar las " luces del ártico " este lugar, y aunque estuvimos penitentes hasta casi la una de la noche en esas condiciones ambientales, los dioses no nos fueron benévolos con nosotros, la magia no podía ser completa. 

Pero en la mañana de nuevo fuimos recompensados con un esplendido, aunque frio, día de sol invernal. Las nieves nos rodeaban, el humo de las lavvu buscaban el azul de los cielos, los perros aullaban en las proximidades pidiendo salir para tirar de los trineos, y es que ellos saben como nadie cuando se aproxima su hora de trabajar, y están deseosos de ello. 

Y a eso vamos, a realizar un recorrido de unos 15 km. en trineo guiado por perros "husky", en medio de un idílico y extraordinario paisaje de blanco impoluto, rodeados de una naturaleza virgen y excepcional, transformándonos de urbanitas en verdaderos “musher” (conductor de trineo de perros). Un recorrido solo comparable a las noches de cielos bailando con las "luces del norte". Un paseo en medio del silencio y la paz por el encantador Vass Valley (Valle de Vass), entre el Lago Tamok (Tamokvatnet) y el Valle de Finn (Finndalen), un deshabitado paisaje blanco rodeado de montañas y bosques, en medio de un grandioso entrono natural. Donde el único sonido que nos acompaña es el aullar de los perros en sus deseos de tirar y tirar, y el suave crujido del trineo a deslizarse por la nieve……….. una sensación única que deseas se prolongue por más tiempo, y que difícilmente se me borrará de la mente. 

 
Este sistema de transporte, que anteriormente se realizaba (aun hoy se realiza) mediante trineos tirados por renos, es una de las más antiguas formas de comunicación en el norte de Noruega y una parte fundamental del estilo de vida de los sami, su historia y su cultura. 

Tromsø, capital del corte y fin de nuestro periplo no está ya lejos, solo nos queda recorrer la orilla oriental de fiordo Balsfjorden y atravesar el valle de Lavangsdalen, con los no muy lejanos e impresionantes Alpes de Lyngen, que majestuosos y altivos se yerguen al este de nuestra ruta. 

Ubicada en una isla, la acogedora, cosmopolita y animada ciudad de Tromsø es la puerta al océano Ártico, habiendo sido punto de partida de numerosas expediciones polares. Situada en latitud 69° N, y a casi 350 km. por encima del Círculo Ártico, nos recibe en una de esas prematuras tardes nórdicas que solo dejan pasearla en la penumbra. Aun así, nos da tiempo a recorrer las cuatro calles que alrededor de su antigua Catedral de madera conforman su casco antiguo, a contemplar una colección de esculturas realizadas en hielo y expuestas al aire libre en la plaza Stortorget junto al puerto y a tomarnos unas cervezas en Kaia, en el nº 2 de esta misma plaza, con unas esplendidas vistas del puerto, las cercanas casas de tradicional estructura que conforman el Polarmuseet (Museo Polar), así como la moderna, original y atrevida silueta de la nueva Catedral Nórdica que se divisa en la parte moderna de la ciudad al otro lado del fiordo. 

Pero aun no ha terminado nuestro peregrinaje por las frías tierras nórdicas, los avatares de la vida y de la comunicación, hace que la escala que debemos hacer en el aeropuerto de Oslo para regresar a las más cálidas tierras mesetarias de la Hispania interior, sea de más de siete horas (que después se convertirían en casi 10 por los retrasos aéreos), por lo que aprovechamos para acercarnos hasta la capital noruega en tren rápido, que en apenas 15´ nos dejara en el centro de Oslo. 

Y de nuevo me veo en esta ciudad 35 años después de mi primera visita, viniéndome a la mente los recuerdos de una noche completa, con madrugada incluida, recorriéndola en su totalidad y con la mejor de las compañías, puesta la visión fija en el famoso trampolín de saltos de esquí, pues en sus cercanías es donde estaban acampados en resto del grupo y donde deberíamos llegar……… pero eso es otra historia que contare cual batallita de abuelo, y aun no lo soy. 

Oslo sigue siendo muy parecida a aquel entonces, sus edificios del centro son prácticamente los mismos, pero las ciudades varían y se trasforman, siendo mi visión de esta urbe satisfactoriamente mejor. Con un día de tenue sol, pudimos acercarnos hasta el nuevo y vanguardista edificio de la Opera, situado en uno de los fondeaderos de su puerto a orillas de un helado mar. Recorrimos la famosa Karl Johans gate, en toda su amplitud hasta el Palacio real, nos tomamos una magnifica hamburguesa y un exquisito plato de salmón en el pub "The Scotsman", clásico del centro de Oslo (Karl Johans gate, 17), con ambiente futbolero, y regreso callejeando de nuevo a la estación.

Así es como completamos unos intensos, agradables e irrepetibles días por los fríos nórdicos de las islas Lofoten y Vesterålen, que me han sabido a poco. Ya el tiempo dirá si mis botas volverán a pisar sus nieves………….. por mi parte no hay inconveniente, pero el futuro es una incógnita y los lugares pendientes de visitar muchos.

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