miércoles, 29 de junio de 2016

- Comarca de Antequera...... las rebeldes sierras

Pincha aquí si quieres ver las fotos de la "Comarca de Antequera", si quieres verlas en pantalla completa pulsa en la tecla "F11"

Esta vez mis pasos se dirigen hacia el sur, hacia las tierras de al-Ándalus, por las que corre todavía mucha sangre bereber en las venas de sus gentes. Bien es verdad que mis botas prefieren los caminos del norte como podéis comprobar los que seguís este blog, pero también es verdad y debo reconocerlo, que cada vez que tiran hacia el meridión son gratamente sorprendidas con lugares y paisajes como estos que me hacen escribir estos párrafos. En esta ocasión es para recorrer el Desfiladero de los Gaitanes y la Comarca de Antequera de la que ya conocía parte, pero siempre se deben dejar cosas sin completar para tener que regresar a los lugares.  

Antequera, la antigua "Madinat Antaqira" islámica, es una ciudad sugerente, blanca, arropada a una peña y coronada por defensas moriscas como casi todas las del sur. Ubicada en uno de los principales cruces de rutas por Andalucía, siendo apodada por ello como “el corazón” de todo este sur hispano, habiendo sido y siendo aun hoy en día paso imprescindible para los viajantes de cualquier época. 

Hasta ella nos hemos llegado para visitar sus magníficos dólmenes, el resto de la población ya lo conocía por otra visita, pero por aquel entonces ni sabía de la existencia de ellos. A las afueras, pero lindando con el casco urbano se encuentran tres portentosos ejemplares de estos megalíticos monumentos funerarios de entre los 5.000 y 3.800 años de antigüedad. Están catalogados como unas de las mejor conservadas construcciones de este tipo en el mundo, y aunque como ocurre con todo lo que es foráneo, al compararlas con el conocidísimo Stonehenge anglosajón, podemos aseverar que estas son más antiguas y más enormes, aunque al estar bajo tierra son menos vistosas. Nos referimos a bloques de piedras cuyo peso llega alcanzan miles de toneladas, que han sido arrastradas y transportadas hasta un lugar puntual donde han sido plantadas milimétricamente, ubicándose sus entradas de tal forma, que su alineación coincida con puntos concretos y en épocas señaladas, como son los solsticios, haciendo que estas fechas sean su punto máximo de entrada de luz a su interior. Siendo en este caso además referente la cercana y singular Peña de los Enamorados (con su leyenda incluida referida a tiempos de reconquista) que, al similar su perfil la cara de una mujer dormida, para los pobladores de aquellos tiempos tenía relación especial, dejándola en menor o mayor medida reflejada en estas subterráneas construcciones.  



Nos acercamos primero a visitar el de "El Romeral", datado sobre el 1.800 a. C. que además está algo más alejado. Su curiosidad radica en su cámara sepulcral redonda y abovedada, en la que se fueron colocando piedras de pequeñas dimensiones para logar esa forma cónica, quedando la cubierta plana. Su alineación está orientada para que su interior se ilumine plenamente durante el solsticio de invierno.  

No muy alejados de este, apenas a 1,5 km. se encuentran los dólmenes de Viera y Menga, que están juntos.  Entramos inicialmente en el de "Viera" sobre el que se calcula fue construido hace mas de 4.500 años. Es el más simple de los tres y además de contar con la vista de la Peña desde su interior, es plenamente iluminado durante los equinoccios de primavera y otoño.  

Hemos dejado el Dolmen de Menga para el final por ser el más impresionante sin duda, y por aquello de ir siempre de menos a más. Con una antigüedad de unos 5.000 años, es un exponente a nivel mundial de este tipo de construcciones, al ser uno de dólmenes más colosales de Europa (6 m. de anchura, 3’5 m. de altura y 27,5 m. de fondo). Aparte de su grandeza, no es normal encontrar en este tipo de obras pilotes centrales para la sujeción de las enormes lajas que forman su techo. Como así mismo, el encontrarse al fondo de su cámara funeraria un pozo con una profundidad de 19 metros. Este dolmen tiene también su orientación particular, al ser su interior mayormente iluminado con el solsticio de verano. 

Si no lo conocemos o solo sabemos de él por referencias, no debemos de dejar de visitar la afamada y cercana Sierra de El Torcal, donde se encuentra uno de los mejores y más extraordinarios paisaje kársticos de toda Europa. Su nombre le viene por las dolinas o "torcas" (curiosas depresiones circulares) que tanto abundan en el paraje. Pudiendo realizar por sus intrincados callejones y vericuetos curiosas rutas de distinto nivel, sobre las cuales nos darán servida información en el vanguardista Centro de Visitantes que se encuentra a su entrada. 
 
Camino de nuestro destino hacia los Embalses de Guadalhorce, nos desviamos unos pocos kilómetros para acercarnos a otro situado de gran valor natural, la Laguna de Fuente de Piedra. Reserva natural de unos seis kilómetros de longitud y casi 1.400 hectáreas de extensión, que compone el mayor humedal del interior andaluz, y uno de los más grandes de España, junto con la aragonesa laguna de Gallocanta.  

Entre alomados campos de secano y olivos se extiende una poco profunda lámina de salinas y someras aguas, muy apreciada internacionalmente por los ornitólogos, al albergar la mayor colonia de flamencos comunes de la Península Ibérica y la segunda en importancia de Europa. Pudiéndose observar en algunos lugares de su interior unas manchas rojas y blancas que alegran la vista de sus visitantes aunque sea en la lejanía, siendo en estos periodos de primavera la mejor época para contemplarlos. Su importancia es recocida, pues en ella se han llegado a constatar hasta 20.000 parejas de flamencos en época de reproducción, amen de otras 170 especies de aves, especialmente acuáticas, que hallan en este humedal su idóneo lugar de cría, invernada o paso.

Su escasa profundidad y el aumento de la evaporación de las aguas durante la época estival hacen que la sal quede cristalizada sobre su superficie, propiciando la explotación de este elemento desde época romana hasta los años cincuenta del pasado siglo. Visitarla con el sol de la tarde reflejándose en sus aguas tiñéndolas de un blanco luminoso, es un comento que genera la sensación de estar observando un mágico espejismo. 
 
 
Desde su bien situado Centro de Visitantes, ubicado en un altozano próximo a la población, parten rutas hacia distintos observatorios, a los que se puede llegar tanto a pie como en vehículo. Así mismo se puede recorrer toda su periferia, a través de un circuito de 21 km. en el que se encuentran algunos excelentes miradores.  

No muy alejadas y de características similares pareo de menos extensión, se encuentran otras lagunas como las de Campillos, La Ratosa, El Laguneto, Catarranas, la de Gosque o la del Toro entre otras, que junto con la de Fuentes de Piedra se encargan de acoger a las comunidades de aves que en ellas se refugian y en algunas casos empollar a sus crías. 

Además de poder dar un paseo por la población de Fuente de Piedra; la "Fons Divunus" romana que presta su nombre a la laguna, y visitar el afamado y curativo (pues al parecer disolvía los cálculos renales) manadero; no debemos dejar de acercarnos, si es la hora del almuerzo o de una tardía merienda, hasta la Taberna de Joaquín en la Plaza de la Constitución 2, Tf. 653 855 862, donde curiosamente, amable, jocoso y nos atenderá Joaquín, proponiéndonos algunos de sus platos: Pulpo a la brasa (espectacular), revuelto de bacalao, costillas al ajete, croquetas de puchero, solomillo al Pedro Ximenez y las verduras a la plancha (muy recomendables). Un sito en verdad digno de ir y de aparecer en las páginas de este blog. 

Sin más demora nos dirigimos ya a nuestro destino, los embalses del Guadalhorce, que aun siendo tres (El Chorro o Conde de Guadalhorce, Guadalhorce y Guadalteba) al estar contiguos forman en la práctica una unidad dentro del paisaje. Mientras nos acercamos hasta ellos contemplamos unas agradables panorámicas de sus sinuosas y enrevesadas laminas de agua. 

Ubicados al norte de la provincia de Málaga, en el triangulo que forman Antequera, Ronda y Álora, al comienzo del enorme corredor natural, que por de la Vega de Granada, las Hoyas de Baza y Guadix, el Campo de Lorca y Murcia, conecta el oriente andaluz con el levante valenciano.  

Arropados por las sierras de Almorchón, Llana, Huma y Pizarras; que tanto condicionan las circunstancias climáticas de la zona, así como las comunicaciones entre la comarca de Antequera y el Sur de la provincia a través de sus pasos naturales; su principal aporte el río Guadalhoce, después de atravesar estos montes habiendo cincelado sus aguas el Desfiladero de los Gaitanes, se hace adulto formando su propio valle, uno de los más importantes de la provincia. 

Es caminando sus orillas, por donde realizamos un recorrido a través del Sendero Gaitanejo, en medio de tupida vegetación y con vistas a los curiosos roquedos que observamos en la otra orilla del rio. La ruta nos dirige al que fue el primer embalse de la zona allá por los primeros años del siglo XX, como así mismo al comienzo del Caminito del Rey. Retornando a media altura por una pista que lleva hasta el Mirador de los Tres Embalses. 
 
Ardales, con sus apenas 2.500 habitantes es la capital y punto de abastecimiento de la zona. Su blanco caserío, protegido por la sombra de los restos de su roquedo castillo, es un claro ejemplo de pueblo andaluz con calles sinuosas y estrechas, encaladas casas de apenas dos alturas, y esa luz especial que el sol por estas tierras. 

Su origen como lugar de asentamiento humano se remonta a la prehistoria, encontrándose con frecuencia por sus alrededores hachas de sílex, agujas elaboradas de hueso y otros utensilios de la Edad de Piedra. Aunque la muestra más indudable de la presencia humana por los arcaicos tiempos, son las pinturas rupestres halladas en la Cueva de la Calinoria, también conocida como Cueva de Ardales o de Doña Trinidad Grund, distante apenas 3,5 kilómetros del pueblo, cuyas representaciones monocromas y grabados de animales nos acercan hasta el Paleolítico Superior (de entre 30.000 a 8.000 años de antigüedad), en medio de un espectacular escenario cavernario de estalactitas y estalagmitas. 

La población adquiere importancia durante finales del siglo IX, cuando Omar ibn Hafsún estableció en Bobastro (a tan solo 5 km.), su pequeño y rebelde reino cristiano enfrentado al poderoso Emiratode Córdoba, que a punto estuvo de cambiar la historia de España, pero de eso ya relataré mas tarde.  

Recomendable en esta población es acercarse hasta la terraza del Restaurante Falcó (martes cerrado), calle Cantarranas, 4. Comida casera a muy buen precio, berenjenas con miel de caña (exquisitas y nada grasientas), ensalada de tomate con queso, carnes o pescados, acompañados de una buena atención.  

Coronando el ya bien definido Valle del Guadalhorce, Álora es otra población que se nos presenta de un blanco inmaculado, cobijado su laberíntico caserío entre dos pequeños promontorios. Uno de los cuales, el Cerro de Las Torres, asienta el castillo, que de origen fenicio, posteriormente fortificarían los romanos, convirtiendo finalmente por los moriscos en fortaleza musulmana. De cuyos restos destaca la torre de la puerta de ingreso al recinto amurallado, formada por un arco de herradura único en occidente. Desde su exterior podemos disfrutar de unas extraordinarias vistas del "Valle del Guadalhorce". A las afueras de la población encontramos el Convento de Nuestra Señora de Flores, barroco del siglo XVI con interesantes yeserías, donde los "perotes" (gentilicio de Álora) veneran la imagen de la Virgen de Flores. Desde la terraza de su acceso se tienen también unas buenas panorámicas de todo el valle. 

Retornados al Alto Guadalhorce, a los pies de la Sierra Pizarra, sobre un mogote rocoso, medio encajonada entre los Tajos de Almorchón y las paredes verticales de las Mesas de Villaverde, nos encontramos la Ermita de Nuestra Señora de Villaverde, cercana ya al poblado de El Chorro (apenas 3 km.). Erigida sobre un primitivo templo mozárabe, todavía quedan en sus cercanías una necrópolis con tumbas antropomorfas de esta época excavadas en la roca.  

En sus proximidades, casi en la desviación que nos llevara hacia Bobastro, encontramos unas extrañas formaciones rocosas de arenisca muy erosionada por el agua y el viento, son los llamados "taffonis". Se pueden ver por toda la zona, pero los de aquí son más llamativos y evidentes, además de estar cercanos e indicados con cartelería. Estas especies de oquedades, las hemos ido viendo durante nuestros recorridos, comprobando como han sido utilizadas por el hombre desde tiempos remotos, usándolos como viviendas, para guarecerse o para la custodia del ganado. 

Tomamos la desviación a Bobastro, desde hace tiempo sonaba este nombre en mi mente sin saber que se ubicaba por aquí, algo había leído de ella pero sin saberla situar. Son las ruinas de la fortaleza rebelde de Omar ibn Hafsún, que se enfrento al poderío musulmal de Córdoba allá por el año 880. Es donde se encuentran los sugestivos vestigios de una basílica cristiana que componen el ejemplo más autentico de edificación puramente mozárabe andaluza, toda vez que se trata de un templo realizado por gentes cristianas durante el dominio musulmán de estas tierras. Una original iglesia rupestre excavada sobre un promontorio de arenisca que a su vez integraba un monasterio, continuando probamente esa tradición eremítica que se extendió por todo el territorio hispano, y de la cual quedan restos muy sobresalientes en el tercio superior de nuestro país, especialmente en los alrededores del Alto Ebro. Siendo muy probablemente construida antes de la llegada del rebelde ibn Hafsún a estos parajes. 

Al llegar hasta ella por el sendero de acceso y rodearla hacia poniente, el peñasco original sobre el que se cinceló, nos va mostrando un conjunto de erosionados muros, pilastras y arcos de herradura, todo tallado sobre la viva roca.
 
La iglesia de Bobastro, forma parte de un conjunto de edificaciones que se encontraba totalmente fortificado, del que conservan todavía restos muy interesantes de las bases de sus murallas y torres. El templo, perfectamente orientado hacia el oeste, y de plata basilical con naves y ábsides en cada una de ellas, se sitúa sobre lo que se intuye podría haber sido un patio o un claustro, donde todavía se pueden contemplar el aljibe y algunos silos, todo ello esculpido también sobre el pétreo elemento. Destacando de ella sus grandes contrafuertes, y sobre todo los arcos de herradura de la única pared conservada relativamente aceptable, que forman la mítica imagen de este espacio. También resalta el transepto, reservado a los misteriosos ritos de la liturgia mozárabe, así como los espacios que diferenciaban las diversas naves y ábsides. Bajo el templo se intuye el inicio de construcción de una especie de cripta a modo de mausoleo, donde podrían haber sido depositados restos de ibn Hafsún tras su muerte. 

Estos magníficos restos, aunque no sean comparables a otras construcciones de los siglos posteriores, su trabajo, cincelando la roca golpe a golpe, es merecedor de un valor incalculable. El lugar donde se ubica, solitaria en un claro del bosque, por encima de un roquedo que forma un paredón defensivo, y con unas sugestivas vistas hacia la puesta del sol, en medio de la quietud y el sosiego, la convierten en un lugar lleno de misticismo y magia. 

Para los que anden holgados de tiempo, una trocha o sendero que parte a nuestra izquierda al poco de coger la desviación que nos llevara hasta el lugar, puede ser una buena alternativa para ascender caminando a este lugar en vez de hacerlo en vehículo. 

Omar ibn Hafsún, nuestro rebelde e indómito personaje, surge a finales del siglo IX cuando el califato cordobés no se encontraba en sus mejores tiempos, toda vez que en al-Ándalus regia la desunión y el despotismo, además de la presión de los reinos cristianos del norte en la búsqueda de recuperar los territorios ocupados con anterioridad por el islam. Ibn Hafsún era mahometano de nuevo cuño (muladí), descendiente de visigodos conversos al islam mas por conveniencia que por convicción. Y desde joven se le conocieron dotes de inconformismo e insumisión, teniendo que huir al norte de áfrica al tener problemas con la ley.  

Al retornar, se convirtió en el referente de un movimiento de insurrección generado por el conjunto de los muladíes, que asentados en estas tierras se consideraban vejados y oprimidos por los tributos a los que eran sometidos por parte de los emires cordobeses. Hasta el punto puso en acoso este movimiento de insurgencia al poder cordobés, que llegaron a controlar una buena parte del occidente andalusí desde Algeciras hasta Murcia, dominando más de 30 castillos entre toda la serranía y la línea de la costa, llegando incluso a sentirse la propia ciudad de Córdoba amenazada. 

Omar crea en Bobastro la fortaleza que será su cuartel general, estableciendo en torno a la misma una zona de protección a través de los castillos de Teba al Este y el de Álora por el Sur, así como los baluartes de Turón y Ardales por el Oeste, formando un arco defensor entorno a Bobastro y su comarca. Desde este verdadero nido de águilas que era la abrupta atalaya de Bobastro, Omar ibn Hafsún accede con facilidad a la vega de Granada y a la depresión del Guadalquivir, consiguiendo mantener en jaque a los gobernantes cordobeses durante cincuenta años. 

En el año 889, el caudillo rebelde rompe con la doctrina musulmana convirtiéndose al cristianismo, rebautizándose como Samuel (una de sus hijas seria posteriormente Santa Argentea. Este cambio de culto propicio en gran medida el comienzo del fin de su revuelta, pues muchos de sus seguidores, creyentes sinceros de las doctrinas del Corán le abandonaron. Siendo a partir del 891 cuando, motivado por este hecho y debilitado por las deserciones, el emirato comienza a recuperar parte de los territorios conquistados.  

Omar fallece en el año 917, pero nunca fue vencido en ningún combate por sus enemigos, teniendo que trascurrir 10 años desde su muerte para que ya en el poder Abd al- Rahman III, fuera capaz de doblegar Bobastro, pues los hijos de ibn Hafsún continuaron con la resistencia. Fue precisamente esta conquista la que llevaría al gran Abderramán a proclamase "califa" de al-Ándalus, haciéndose llamar al-Nāir li-dīn Allah, "el que hace triunfar la religión de Dios". 

Se cree que el líder rebelde fue enterrado en Bobastro conforme al culto cristiano, pero una vez tomada la fortaleza por los musulmanes su cuerpo fue desenterrado y transportado a Córdoba, donde fue vejado ante la población sirviendo de mofa y escarnio. 

Dejando la historia ya contada, continuamos la ruta ascendiendo por los bosques que envuelven estas mágicas ruinas de Bobastro. Apenas unas decenas de metros más arriba, nos topamos con la curiosidad de encontrarnos una represa de agua casi en la cúspide de una montaña. Se trata del Embalse superior de La Encantada que creado en 1970, con el fin de la generación de electricidad, siendo la central hidroeléctrica "reversible" más grande de España. Esto consiste ni más ni menos, que por la noche cuando la tarifa es más barata, se bombea agua desde el embalse inferior, dejándola caer durante el día cuando el precio de facturación es superior. La construcción de este almacén de agua produjo la desaparición de multitud de vestigios arqueológicos que pertenecieron a muchas de las viviendas y muros defensivos de la mítica Bobastro. 

Dejando a siniestra la increíble y cimera presa de agua, continuamos la carretera hasta su fin en la parte superior de la Sierra de la Pizarra, llegando a un espacio mesetario con unos miradores excepcionales, lugar conocido como Mesas de Villaverde, desde las que se contemplan sugestivas vistas de las sierras de Huma y Almorchón, el pico del Convento, la presa inferior de La Encantada, la aldea de El Chorro, los viaductos del AVE a su paso por el Valle de Abdalajis y en días claros hasta el Torcal de Antequera o los Montes de Málaga. Siendo precisamente en las inmediaciones de este lugar, enclavado en la plana cima de un escarpado rocoso, donde se ubicó el alcázar de Bobastro, situado en un agreste e inhóspito paraje en medio de la nada. Nos sorprende encontrarnos en lo más alto, la atractiva terraza de un bar atendido por una agradable familia de la zona, desde ella nuestras miradas descienden vertiginosas hacia el angosto valle donde el río Guadalhorce se ha abierto paso tallando el majestuoso Desfiladero de los Gaitanes, al cual nos dirigiremos con la fresca de un nuevo día, para recorrer por mitad de sus paredes el afamado "Caminito del Rey".
 
 

No hay comentarios: